Aunque las encuestas electorales para la presidencia de Estados Unidos siguen estando en un empate técnico entre los dos candidatos, cuando faltan solo cuatro semanas para los comicios del martes 5 de noviembre, se está produciendo un cierto estancamiento, cuando no un ligero retroceso, de la vicepresidenta Kamala Harris en los Estados bisagra del país, aquellos en los que, en definitiva, se va a decidir quién es el inquilino de la Casa Blanca los próximos cuatro años. La mayoría de los estudios electorales que se realizan casi a diario no discuten que Harris se impondría a Donald Trump en voto popular, pero eso en la práctica es muy relativo, porque en 2016 y en 2000 ya ganaron por papeletas los demócratas Hillary Clinton y Al Gore, y ambos perdieron por delegados ante los republicanos Trump y George Bush Jr.

El sistema electoral norteamericano establece la cifra de 270 delegados para ganar la Casa Blanca, y atribuye a cada Estado, en función de su población, un número de delegados. El hecho de que muchos de ellos ya sean por tradición demócratas o republicanos —se calcula que son 43 Estados— ya establece un primer corte a la hora de situar a ambos candidatos. Un total de 21 para Harris, que suman 230 votos del colegio electoral, y 23 Estados para los republicanos, que le otorgan a Trump 215 delegados. La partida se concentra, entonces, en los 93 votos en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. Es ahí, justamente, donde la fuerza de Harris ha ido en retroceso en las últimas dos semanas.

En Georgia, Arizona y Carolina del Norte, la gran mayoría de las casas de encuestas otorgan la victoria a Trump y se ha roto el desempate existente. Y en Michigan, Nevada y Wisconsin, a Harris, aunque su ventaja era más sólida en septiembre. Si Trump inclinara el poderoso estado de Pensilvania, donde hay en juego 19 votos electorales, a su favor, la Casa Blanca caería de su lado. Este fin de semana ha regresado a Pensilvania, a Butler, el lugar donde hace tres meses fue objeto de un atentado. Y lo hizo de la mano de Elon Musk, dueño de la red social X, que pidió a sus seguidores que apoyen a Trump, y con un vidrio blindado que le servía de protección. Más que un mitin propiamente dicho fue un recordatorio del atentado sufrido con exhibición de fotos del mismo, recuerdo al bombero que fue asesinado y a las dos personas que resultaron heridas.

Hay en juego intereses para todos el próximo 5 de noviembre, aunque muchas veces queramos olvidarnos de ello

Si siempre son importantes unas elecciones norteamericanas, en esta ocasión la confrontación adquiere una dimensión excepcional por el impacto que tendría en el mundo una victoria de Trump con dos guerras significativas en estos momentos como la de Oriente Medio y la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En ambos casos, Biden y Trump tienen miradas diferentes y posiciones más que antagónicas, como el republicano se ha encargado de ir repitiendo. Europa ansía la victoria de los demócratas, ya que vivió entre 2016 y 2020 una situación con Trump que no le gustaría repetir. También es verdad que su victoria daría alas a una ultraderecha en el viejo continente que acabaría teniendo un impulso más que preocupante. Y es que al final claro que hay en juego intereses para todos el próximo 5 de noviembre, aunque muchas veces queramos olvidarnos de ello.