Casi en el último suspiro de su irrepetible historia deportiva, el fútbol se acordó de Leo Messi y a sus 35 años consiguió, al fin, coronarse campeón del mundo. Ha necesitado cinco mundiales, desde el primero en Alemania en 2006, para alzar la copa de campeón. Se le escapó a Messi el trofeo en Brasil, en 2014, frente a Alemania, que le ganó por 1-0 con un gol de Gotze en la prórroga. Pero esta vez en Qatar, la pulga, en un partido de infarto y resuelto a los penaltis, consiguió que la copa viaje rumbo a Buenos Aires.

El mejor futbolista del mundo durante más de una década disponía de todos los galardones posibles, menos el oficialmente denominado Trofeo Jules Rimet y que de una manera coloquial, recientemente, Luis Enrique definió como el troncho en una de sus famosas intervenciones en su nueva faceta como streamer. Una copa América y un mundial sub-20 con Argentina; dos Champions, tres mundiales de clubs, tres supercopas de Europa, cinco ligas, ocho supercopas de España y siete copas del rey durante su estancia en el Fútbol Club Barcelona. A todo ello hay que añadir un palmarés individual excepcional, con siete balones de oro, seis botas de oro, seis veces máximo goleador de la Champions, una Fifa World Player, un premio The Best, ocho pichichis en la liga española y un sinfín de galardones más.

Pero el mundial no llegaba y el tiempo se le acababa. Había como un maleficio, una dificultad excepcional para que Argentina pudiera juntar a grandes jugadores y hacer un equipo compacto, unido, competitivo, con posibilidades, que creyera en la victoria. Y así se presentó en Qatar de la mano de Lionel Scaloni, que con tan solo 44 años y una corta experiencia como entrenador, ha logrado lo que en los últimos años la albiceleste no había tenido. Pocos confiaban en esta selección y mucho menos cuando en el primer partido de la fase de grupos perdía por 1-2 frente a Arabia Saudita.

Fue la única derrota del campeonato y Argentina ya tiene su tercer mundial. Messi iguala a Maradona, asciende al olimpo del pelusa y desempata una comparación entre ambos que solo se justificaba por el mundial que este había logrado en 1986. La historia de los mundiales hace un hueco a Messi y aunque Francia tenía dos jugadores del Futbol Club Barcelona -Koundé y Dembelé- la realidad es que el corazón no estaba dividido y la victoria de Argentina se ha vivido en Catalunya, y de manera muy especial entre el barcelonismo, como propia. Algo normal con un jugador que empezó en el club con 14 años, jugó durante 20 años y solo por un cúmulo de desaciertos acabó en el Paris Saint Germain.

El mundial de Qatar será recordado como el mundial de Messi y su sustituto natural en el olimpo del fútbol, Kylien Mbappé, deberá esperar a 2026 para coronarse el mejor jugador del mundo en un campeonato que se jugará por primera vez en tres países diferentes: Canadá, México y Estados Unidos.