Cuando aún no hace un mes desde que ha tomado posesión como president de la Generalitat, Salvador Illa ha tomado la gran decisión de su arranque de mandato y una auténtica patata caliente de la política catalana: la ampliación del aeropuerto de El Prat. Su objetivo es que en un plazo de tres meses la comisión técnica entre la conselleria de Territori y el ministerio de Transportes realice un estudio técnico de valoración y comparación de los diferentes proyectos conocidos hasta la fecha y que han sido elaborados por las diferentes administraciones o por la sociedad civil. Illa no se moja sobre cuál será la solución final, pero habida cuenta de que no hay ninguna que guste totalmente a los partidos de la investidura —Esquerra y Comuns— deberá o convencerlos, buscar otras alianzas parlamentarias o realizar el camino en solitario.

Consta que Illa no ha dejado caer la bomba política sin haberlo comunicado antes a sus aliados actuales, a los que les habría pedido contención en sus respuestas. Así lo hizo Esquerra cuando escenificó su incomodidad con el anuncio y, en menor medida, también los Comuns, con los que Illa sabe que no podrá contar, en principio. En el partido de Marta Rovira no hay una única voz y las resistencias a la ampliación son altas. Aunque el president Pere Aragonès, durante la reciente campaña electoral del pasado mes de mayo, ya movió mínimamente ficha. Adelantó entonces una propuesta consistente en modificar el uso de pistas del aeropuerto de El Prat en los meses de mayor congestión, julio y agosto, mediante un cambio en el funcionamiento de las pistas existentes durante las franjas horarias de mayor demanda para asumir la llegada de más vuelos intercontinentales. En la práctica, serían 10 o 12 horas más al día durante estos dos meses. Es un cambio, seguramente, insuficiente, pero alejado del inmovilismo total. Pero eso fue hace unos meses, cuando gobernaba y en plena campaña para la reelección.

Illa deberá convencer a ERC y Comuns, buscar otras alianzas parlamentarias o realizar el camino en solitario

En el bloque del no a la ampliación también están los tres diputados de la CUP y los alcaldes de Gavà, Castelldefels y El Prat, que curiosamente son de tres colores políticos diferentes, el PSC, el PP y los Comuns, pero en eso hacen piña. En el bloque pro ampliación del aeropuerto, los 15 diputados que tiene actualmente el Partido Popular en la cámara catalana avalan sin matices la iniciativa, una posición que comparten desde las patronales catalanas hasta el colegio de economistas. Una de ellas, Foment de Treball, la conoció, además, unas horas antes de que el president la anunciara por TV3, durante el encuentro que Illa mantuvo con la junta directiva de la patronal en su sede oficial de Via Laietana. Una iniciativa que no tiene parangón, ya que nunca un president de la Generalitat había intervenido en una ejecutiva de Foment.

En medio de tantos pronunciamientos y tan dispares, ha sorprendido enormemente entre la clase empresarial catalana el silencio de Junts per Catalunya que no dijo nada durante la jornada. Quizás con Vox los únicos que guardaron silencio. Es cierto que no hay una propuesta concreta sobre la que pronunciarse, pero, en estos momentos, el debate va mucho más allá de esa circunstancia. Aparentemente, callar no tiene riesgos, ya que no concitas opiniones en contra. Pero también puede darse el caso de que se visualice como difuminado el papel del principal partido de la oposición que, además, el pasado mes de noviembre aprobó junto al PSC una moción en la que instaba al Govern de Esquerra a desencallar la ampliación del aeropuerto de El Prat. Ahora hay otro gobierno, pero lo que no se espera es que también haya, por parte de Junts, otra opinión.

Y en el horizonte la posibilidad de que el aeropuerto de El Prat se acerque a la cifra de 55 millones de pasajeros anuales este 2024, un volumen de viajeros que se considera por los expertos que se estará estresando la operativa, con todo lo que eso supone: congestión, retrasos y, por lo tanto, pérdida de la calidad del servicio.