Con las calles de muchos municipios del País Valencià repletas de fango, escombros, enseres personales y aún algún vehículo inservible pendiente de que una grúa se lo lleve, el centro de València se llenó este sábado a rebosar de decenas de miles de personas protestando por la gestión llevada a cabo por el govern de la Generalitat Valenciana y muy especialmente de su president, Carlos Mazón. No fue el único que se llevó las protestas de la multitud, ya que, en muchos momentos, se transformó en una protesta contra las autoridades sin distinción de color político, y también había pancartas contra Pedro Sánchez. Pero Mazón no tuvo competencia posible en la irritación de la gente a la hora de poner nombres y apellidos a quien con su irresponsabilidad —veremos si también negligencia— lleva once días ofreciendo diferentes versiones y datos de aquellas primeras horas de la tragedia.
La bola de sus mentiras se ha hecho tan enorme que solo hace falta ver la soledad política en la que se encuentra. Los dos referentes de los populares, Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, han colocado ya suficientes cortafuegos para evitar que la onda expansiva del 'Mazón, dimisión' tenga más daños de los necesarios en la capital de España. Solo hace falta ver cómo desde el ABC o El Mundo se empieza a soltar lastre con el president valenciano y se ha abandonado aquella posición de protección política de los primeros días y que tanto daño interno ha hecho a Feijóo incluso en las filas del PP, donde muchos dirigentes siguen sin entender la protección que le ofreció, abrazo incluido en los primeros días. Ya se acepta en la derecha sin tapujo alguno que habrá que hablar de responsabilidades políticas y estas recaerán de manera muy importante en Mazón. Ha empezado su cuenta atrás y veremos si también salpica a Feijóo.
Es normal que la gente de València esté irritada con su gobierno, con una gestión desastrosa y con la frivolidad e irresponsabilidad con la que se ha comportado su máxima autoridad
Quizás la gota que ha colmado el vaso ha sido el almuerzo y la larga sobremesa con una periodista en un reservado de un restaurante cercano al Palau de la Generalitat Valenciana hasta las 18 horas y sin que respondiera a las llamadas que iba recibiendo. En València ya había a aquellas horas las primeras inundaciones, Mazón seguía en su reservado, la alerta roja ya estaba dada, y ahora hemos conocido una versión que sitúa al president valenciano ofreciéndole la dirección de la televisión autonómica. Es normal que la gente de València esté irritada con su gobierno, con una gestión desastrosa y con la frivolidad e irresponsabilidad con la que se ha comportado su máxima autoridad. Diez días mintiendo, escondiendo la verdad. Como dice el refrán, de esos polvos vienes estos lodos.
Una pancarta perdida entre la manifestación de este sábado, convocada por unas 60 entidades y a la que asistieron unas 130.000 personas, decía: "Habéis encendido la mecha en la tierra de la pólvora". Las más de 200 víctimas de la DANA son cada día que pasa el espejo de un Estado incapaz de gestionar una catástrofe como la que se ha producido. Una cadena de incompetentes y un cúmulo de errores. La mecha que se ha encendido tras la gestión de la gota fría debe servir para que nada sea como antes, ni como otras veces. Por eso es necesario canalizar la indignación hacia la reconstrucción urgente de los pueblos destruidos, que es, lógicamente, el principal interés de los afectados, pero también exigir responsabilidades. Que los culpables paguen esta vez sus culpas.