Es muy difícil saber con precisión qué hay detrás del off the record llevado a cabo el sábado en Galicia por el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y del cual salió, en la mayoría de los medios, que el dirigente conservador estaba abierto a conceder un indulto condicionado al president en el exilio, Carles Puigdemont. Las supuestas condiciones serían que rindiera cuentas a la justicia, que cumpla la condena, pida medidas de gracia y una renuncia explícita al referéndum y la independencia de Catalunya por la vía unilateral.
Quizás, en otro momento, las palabras de Feijóo no habrían tenido el impacto mediático que han producido, pero la proximidad con las elecciones de Galicia, que serán el próximo domingo 18 de febrero, y el resultado apretado que pronostican las encuestas —una mayoría absoluta del PP pero con alguna pequeña opción de evaporarse— han alimentado unas palabras que bien leídas, por mucho que la izquierda las quiera exagerar, no llevan en realidad a ningún sitio. Sobre todo, porque la pantalla de los indultos —el gobierno de Pedro Sánchez concedió esta medida de gracia a los presos políticos en junio de 2021— se encuentra fuera del foco informativo en un momento en que de lo que se está hablando es de amnistía y de las discrepancias, profundas, entre el PSOE y Junts.
Pero, como en el cerdo, todo vale. Entre otras cosas porque, aunque no hay negociación entre el PP y Junts, sí existe un hilo de comunicación que cuando ha tenido que desplegarse así ha sido. Por ejemplo, la pasada semana para hacerle llegar a Feijóo que era inaceptable la actitud de los populares instando en el Parlamento Europeo a investigar los vínculos entre Rusia y Carles Puigdemont. Quizás por eso, Feijóo, en este encuentro con periodistas y en alguna otra declaración, ha señalado que era muy difícil que el president en el exilio sea condenado por terrorismo en el caso Tsunami, aunque se debe poder investigar.
Las palabras de Feijóo, por mucho que la izquierda las quiera exagerar, no llevan en realidad a ningún sitio
Desde mediados de agosto en que Puigdemont y el emisario del PP, el eurodiputado Esteban González Pons, se habrían reunido en Bruselas, probablemente en el Parlamento Europeo, con un interés explícito del segundo por conocer las condiciones para una hipotética investidura de Feijóo, las dos formaciones han intercambiado mensajes de posicionamiento político. Dentro de la discreción y no continuados. Los suficientes para que el PP conozca que, la versión que la Moncloa vende, de un acuerdo barato de la ley de amnistía, ya que Puigdemont se ha quedado sin margen, está lejos de ser verdad.
Es una trola del mismo calibre de otra que se puso en marcha hace una semana situando al abogado Gonzalo Boye como El cerebro detrás de Puigdemont, que era el titular a toda portada del ABC del domingo día 4 de febrero. Que el objetivo de intentar apartar a Boye de Puigdemont sea muy burdo, por la capital posición jurídica que ostenta, no quiere decir que no haya algún movimiento, ya que sobre la ley de amnistía no hay una única posición en el independentismo. Y Junts no es un partido de posiciones políticas blindadas.