No ha transcurrido aún un mes desde que la Audiencia Provincial de Sevilla condenó a José Antonio Griñán a seis años y dos días de prisión e inhabilitación absoluta por un tiempo de 15 años, por malversación agravada de fondos públicos, y a Manolo Chaves a nueve años de inhabilitación por el caso de los ERE, el mayor sistema de corrupción económica institucionalizada en la historia de España. Y la maquinaria para obtener el indulto ya se ha puesto en marcha avalada por dos expresidentes de Gobierno, Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.
Parece no importar, o importar poco, que a través de un sistema de fraude en la concesión de ayudas sociolaborales se malversaron alrededor de 700 millones. Aquí de lo que se trata es que Griñán y Chaves, que fueron presidentes de la Junta de Andalucía y sobre todo presidentes del PSOE, no pisen la cárcel. Chaves, que se libró de una condena de prisión, ya es seguro que no entrará en la cárcel y ahora toda la maquinaria se ha puesto en marcha para librar de ella a Griñán y uno casi podría apostar que lo lograrán y que no llegará a pisar la celda de la prisión.
Suena casi a broma que unas personas honorables como los nueve presos independentistas condenados por el Supremo hayan pasado casi cuatro años en prisión por una acción política que, como ya se ha visto en otros tribunales europeos, no merecía la pérdida de libertad, y los encubridores de un fraude millonario histórico sean protegidos por el Gobierno español, hasta el extremo de comprometer el verdadero sentido de lo que es un indulto. No está de más recordar que los miembros del Govern del 2017 indultados, los líderes asociativos y la presidenta del Parlament gozan de un indulto parcial y revisable, y que incluso ahora se vuelve a plantear su revisión por parte del Supremo. Mientras, Griñán se va de rositas por el simple hecho de que el PSOE no puede permitirse la entrada en prisión de su expresidente.
Mucho oiremos hablar en los próximos meses del indulto Griñán y de si él o Chaves se metieron o no dinero en el bolsillo. Este debate, planteado así, no deja de ser una falacia. Y una manera de desviar la atención. La condena deja clara la malversación en una cantidad estratosférica que, además, tenía por objeto mantener un régimen clientelar que tuviera un retorno en votos que asegurara la hegemonía política del PSOE en Andalucía.
No estamos hablando, por tanto, de cualquier cosa. Un Estado carcomido en sus propios cimientos actúa de esta manera: protegiendo a los suyos, hayan hecho lo que hayan hecho. El bien supremo de una idea de España que paga favores a unos cuantos, haya sido el delito que haya sido. Y veremos al PP mirando hacia otro lado, como hemos visto al PSOE mirando hacia otro lado cuando se ha tratado del caso de algunos dirigentes populares. Y nadie se escandalizará. Y el Griñán condenado, será rápidamente indultado. Al tiempo.