Que el politiqueo español de vuelo gallináceo haya llegado hasta Estrasburgo y el Parlamento Europeo haya tenido un debate sobre la proposición de ley de amnistía española es una mala noticia. No lo es, obviamente, porque un tema interno llegue a debatirse en Europa, algo que siempre es de aplaudir; desde Catalunya, si alguna cosa hemos criticado en el pasado, es que no se debatiera. Pero es una pésima noticia, porque hace evidente que la capacidad para que se propaguen fake news avanza con mucha mayor rapidez de lo que cuesta que la verdad sea el eje vertebrador de un debate.
El propio título de la sesión no responde a ninguna realidad: Amenaza al Estado de derecho como consecuencia de un acuerdo de gobierno en España. Claro que es un relato falso, pero poco importa que así sea. La potencia de la derecha en Europa, con grandes grupos parlamentarios en la Eurocámara —además del PP, los que engloban a los diputados de Ciudadanos y Vox— y en la Comisión Europea, donde, por ejemplo, el comisario de Justicia, Didier Reynders, es de la familia liberal y muy próximo al conservadurismo, ha permitido celebrar un debate de una proposición de ley que ni ha sido tramitada en el Congreso de los Diputados; y que después irá al Senado, volverá al Congreso y se pronunciará sobre ella el Tribunal Constitucional.
De hecho, aunque no se quiera ver así, lo que se ha abordado en Estrasburgo es el debate de fondo: los acuerdos entre el PSOE y Junts —también, claro, con Esquerra— y las cesiones que se han hecho por parte de Pedro Sánchez. Por eso se utilizaba siempre desde la derecha la coletilla de "los siete votos", seguida de toda una serie de mentiras como que está en riesgo el estado de derecho, que se maniatan las decisiones judiciales o que se está llegando a acuerdo con prófugos, malversadores y delincuentes varios para continuar en la Moncloa.
El PSOE ha propagado desde el 2017 un discurso en Europa que ahora trata de modificar con el pie cambiado
El PSOE sí que debería entonar aquí un mea culpa: su pasado, en el que también hablaba de prófugos y de que no habría amnistía, es el que le persigue. Se ha dedicado desde 2017 a propagar en las instituciones europeas un determinado discurso, que, ahora, por necesidades políticas trata de modificar, y le coge con el pie cambiado. Oír a los representantes del PSOE en cascada propagando las virtudes de la amnistía es casi justicia divina. Pero ellos solos se metieron en este jardín cuando se alinearon en 2017 con el PP y ni supieron ni quisieron aguantar las posiciones, que ni eran de rebelión, ni de sedición, ni nada por el estilo. Como mucho, desobediencia y nada más.
Ahora, los socialistas han tenido que recoger correa y explicarles a sus compañeros de grupo lo contrario de lo que han venido diciendo en los últimos seis años. Por esa rendija se ha colado el PP y esa es la vía más ancha que tienen a la hora de defender unos la ley de amnistía y de criticarla los otros. Y es que los errores se pagan siempre.