La fiscal jefe de Barcelona, Anna Magaldi, ha hecho saber a través del Ministerio Público que, después de revisar las imágenes del incidente que denunció a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, en la última jornada del juicio del 9-N al expresident Artur Mas y a las exconselleres Joana Ortega e Irene Rigau, desistía de denunciar al joven que le había increpado. Según la Fiscalía, su conclusión es que el incidente no tuvo relevancia penal. Veinte días después de que protagonizara una inusual conferencia de prensa en la que señaló que había temido por su integridad física y de asegurar que "no había visto nunca reflejado en la mirada el odio que desprendía aquel joven" y que no podría olvidarla nunca, Magaldi ha dado el incidente por archivado. Al menos, en su fase judicial.
El revuelo que protagonizaron las declaraciones de Magaldi merecían alguna cosa más que un paso atrás de la fiscal Magaldi. Sobre todo porque su denuncia pública incluso motivó un comunicado de la Fiscalía General del Estado expresando su solidaridad con la fiscal por unos incidentes que, si son los que se vieron en televisión, son habituales en más de un juicio, y si hubo alguna cosa más, ninguno de los policías de servicio aquel día ha podido corroborar, por más que la Conselleria d'Interior dijo haber abierto una investigación. La idea de una Catalunya violenta e intolerante nada tiene que ver con la realidad y es bueno que cuando una persona tan relevante como la fiscal Magaldi lleva a cabo una denuncia pública que se propaga rápidamente por todas partes se llegue hasta el final y se sepa toda la verdad.
Entre otras cosas, porque gente de buena fe puede llegar a pensar que ciertamente hay una actitud de violencia en la sociedad catalana. El català violent fabricado en el laboratorio de Mayor Oreja y sus adlátares vascos -que pena que ahí también esté alguien que ha llegado a ser lehendakari del gobierno vasco y que ahora propaga a los cuatro vientos que ha visto en Catalunya la fractura después de unas horas en Barcelona- no es otra cosa una idea para mezclar violencia e independentismo. De nada sirve que el mundo lo vea como un movimiento sobre todo pacífico. Aquí de lo que se trata es que el relato aguante y pueda ser propagado. ¿Como? Con propaganda, porque la información, como todo el mundo sabe, es otra cosa.