La puesta en marcha del partido cuya alianza electoral, Junts per Catalunya, ganó las últimas elecciones al Parlament, las que convocó Mariano Rajoy en diciembre de 2017 después de suprimir la autonomía de Catalunya con el 155, tiene la pretensión de remover el mapa de partidos catalanes, situar a Carles Puigdemont de nuevo en el centro de la política electoral en los próximos meses y revertir las encuestas de los comicios que aún no tienen fecha y que dan unánimemente a Esquerra Republicana como ganadora de los mismos.
El president en el exilio ha cedido a la presión de todas aquellas voces de su espacio político que le pedían una mayor implicación en esta nueva etapa y ha dado su brazo a torcer en su idea primigenia de concentrarse en su escaño en el Parlamento Europeo y en el Consell de la República. Será, seguramente, el presidente de Junts pero, por encima del cargo orgánico que tendrá, la nueva formación política nace como el partido de Puigdemont, toda una novedad en el mapa de formaciones políticas y que solo se explica por su liderazgo incuestionable.
La primera puesta en escena, telemática por razones de la pandemia del coronavirus, no deja lugar a dudas sobre su disposición a tener un intenso cuerpo a cuerpo con ERC, a la que le va a disputar, según ya ha señalado, tres conceptos: el carril central del independentismo "sin sectarismos ni exclusiones", el liderazgo y la reserva moral del referéndum del 1 de octubre y la unilateralidad si es necesario para desbloquear el actual punto muerto de la creación de la República catalana. Junqueras ya le ha retado y ha rebajado las expectativas de Junts señalando que la propuesta de ERC es mejor y más útil, están más preparados para encontrar soluciones y mirando de anclar la nueva formación en el centroderecha.
Se quiera o no, las próximas elecciones catalanas también van a ser un pulso entre Puigdemont y Junqueras, dos líderes con encuentros importantes y desencuentros notables en los últimos años como ha puesto de relieve el libro del president en el exilio, M'explico, que salió el día del Sant Jordi de verano y que fue el más vendido de la jornada.
Mientras el president Torra despeja el horizonte electoral, con la variable del coronavirus, la sentencia del Supremo y las previsibles acusaciones de irresponsabilidad si desvía la máxima atención de la lucha contra la pandemia y contra la crisis económica, Puigdemont y Junqueras ya están esperando en sus respectivos rincones del ring. Confiando que esta sea la batalla final entre ambos pero también con la aspiración de que el pulso que mantendrán lleve por primera vez al independentismo a superar el 50% de los votos en unas elecciones.