Como en la última visita de Felipe VI a Barcelona para inaugurar el Salón Gastech —la feria mundial del gas— el pasado 10 de septiembre, como durante la inauguración del Mobile World Congress del pasado año, como en la entrega de los Premios Princesa de Girona del mes de junio, el president de la Generalitat, el presidente del Parlament y los consellers del Govern han vuelto a protagonizar un acto de boicot al rey de España. En este caso, no recibiéndole en la entrada del MNAC, donde se celebraba la cena oficial, y esperando dentro de la sala. Torra ha aceptado la invitación del Mobile en su rango de primera autoridad de Catalunya, pero no se ha prestado al besamanos oficial, cosa que también ha hecho la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
Pasan los meses y, lejos de normalizarse la situación, el Govern, que rompió relaciones con la monarquía española, mantiene la actitud de rechazo a la Corona, mientras el Rey mantiene igualmente las espadas en alto, sin tregua en cualquier declaración pública que efectúa. Por ejemplo, la de este domingo por la noche en una nueva inauguración del Mobile: "España se ha convertido en una de las democracias plenas del mundo". La de la semana pasada: "No es admisible apelar a una supuesta democracia por encima de la ley".
En ambos casos, mensajes relacionados con el juicio del 1-O y con los independentistas. Cuesta hacerse a la idea de qué debe de pensar cualquiera de los invitados extranjeros que asistían a la cena oficial ante el hecho de que el jefe del Estado les hable de España como una democracia plena. Son discursos que no se oyen en países de nuestro entorno, donde se da por descontado. Ponerlo de relieve, destacarlo en unas pocas palabras, no hace sino remarcar la preocupación existente ante los hechos que se están sucediendo y el inopinado juicio al referéndum del 1 de octubre, con unas acusaciones falsas y que, como era previsible, la fiscalía no está consiguiendo probar.
En este pulso público, el president Torra utilizó la breve salutación que hizo a los invitados para recordar que hace dos años el Mobile lo inauguró el president Carles Puigdemont, actualmente exiliado en Bruselas, al que recordó junto a los miembros del Govern que no podían estar en la cena de gala por hallarse en el exilio o en la prisión. Torra, con un gran lazo amarillo en la solapa, defendió la democracia por encima de todo y la libertad, y, dirigiéndose a Felipe VI, habló de la lucha del pueblo catalán y de su destino: "Todos confiamos en el futuro porque sabemos de dónde venimos y, enraizados en esta tierra, sabemos a dónde queremos ir".
Por cierto, tampoco estaba la jefa de la oposición en el Parlament, Inés Arrimadas, que dedicó la jornada a la performance exprés de Waterloo, uno de los actos más estúpidos de la política en los últimos años. ¡Y no será que no ha habido unos cuantos!