Como es muy probable que en los grandes medios de difusión españoles y en los medios audiovisuales esta noticia no se dé o se dé pequeña, mi reflexión del día viene a colación por el siguiente ranking del fDi Magazine, dependiente del Financial Times. Pues bien, Catalunya aparece como la región del sur de Europa más atractiva para la inversión extranjera en los años 2018 y 2019 entre 450 regiones y ciudades de Europa. Por lo que parece, ni el supuesto clima de confrontación social que se ha tratado de expandir fuera de Catalunya a partir de relatos falsos, ni la marcha de las sedes corporativas de grandes empresas, ni el catastrofista discurso del gobierno español y de los medios que le dan apoyo en el relato contra Catalunya ha hecho mella en la biblia mundial de las finanzas: Catalunya es la región que cuenta con un mejor potencial económico, capital humano, estilo de vida, rendimiento, conectividad y clima de negocios. Lo dice el Financial Times.
La publicación también premia a Catalunya por su estrategia a la hora de captar inversiones extranjeras entre las regiones de más de cuatro millones de habitantes. Por delante de zonas empresariales tan potentes como la alemana Renania del Norte-Westfalia, Escocia, y las italianas Lombardía y Emília-Romagna. Si a ello sumamos que el PIB del cuarto trimestre del año y el cierre final del 2017 estuvo por encima de las pesimistas previsiones que se realizaron para Catalunya, alcanzando un crecimiento de 3,4%, tres décimas por encima del PIB español, vale la pena poner en cuarentena a partir de ahora todos los vaticinios que vengan, ya que se demuestra que el sesgo político que se aplica acostumbra a desplazar las cifras reales hacia abajo.
En cualquier caso, la economía catalana -y algún mérito debe tener en ello el govern independentista y el vicepresident económico Oriol Junqueras, cesados abruptamente por el 155- viene demostrando un comportamiento de gran solidez fruto del trabado tejido empresarial, de la fortaleza de las pimes y del crecimiento constante de las exportaciones. En todo caso, el turismo sí que sufre en alguna medida, pero hay que tener en cuenta que ha padecido dos impactos importantes: los atentados yihadistas del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, que pese al éxito de los Mossos con la desarticulación del comando se cobraron un número de víctimas muy alto y, en segundo lugar, las terribles imágenes de la represión policial del referéndum del 1 de octubre en varias ciudades catalanas pero que repercutieron de manera importante sobre la marca Barcelona.
Cada vez que uno lee comentarios elogiosos como los del Financial Times no puede sino preguntarse cuál sería la velocidad real de Catalunya si pudiera desplegar sus alas y todo su potencial con un Estado a favor y no permanentemente en contra. Una pregunta que, lejos de tener una respuesta positiva, encuentra siempre algo mucho peor que el silencio.