Al lado de los enormes problemas que tiene el planeta, la ola de calor asfixiante en Catalunya y los primeros incendios que se han registrado, alguien puede pensar que los problemas de L'Albi y de una treintena de municipios de las comarcas del Segrià y Les Garrigues, sin agua potable en sus casas desde hace más de quince días, no merece mi artículo de hoy. Pero desde Barcelona o cualquiera de las grandes ciudades el país es difícil llegar a comprender el problema de estas miles de familias ya que uno, por las consecuencias que tiene, normalmente, nunca va a encontrarse con ello. Las dificultades de la Catalunya vaciada no llegan nunca a ser un problema relevante para los gobernantes que, por lo general, solo acuden de uvas a peras para firmar en el libro de honor del ayuntamiento, inaugurar alguna fiesta mayor o pedir votos en las campañas electorales.
Los que tenemos una cierta edad y éramos de pueblo, en mi caso, de La Seu d'Urgell, recordamos vagamente en los años 60 y 70 ir a las fuentes a buscar agua en pleno verano o, en municipios más pequeños, el paso de camiones cisterna para paliar los estragos de la sequía. Pero de eso hace muchos, muchos años y forma parte de aquellos tiempos en blanco y negro en los que incluso el agua era en verano un bien preciado. Por eso, cuando he visto la noticia de los pueblos de Les Garriges y del Segrià sin agua potable en sus casas desde hace dos semanas sin poder beber o cocinar por el efecto que tiene en las prácticas agrarias y la aplicación de los plaguicidas he pensado que, en algunas cosas, no hemos avanzado mucho.
Ha llegado internet y se pueden sintonizar todas las plataformas de televisión pero no hay agua potable. La Agència Catalana de l'Aigua se limita a subvencionar cisternas que van por los pueblos durante media hora cada semana. ¿Qué pasa si en aquel momento no puedes ir? Te quedas sin. ¿Qué pasa si a más de 40 grados tienes miedo de salir de casa? Te quedas sin. ¿Qué pasa si no puedes llenar la garrafa ya que la edad no te lo permite? Te quedas sin. ¿Qué pasa si estás trabajando en el campo o fuera del pueblo? Te quedas sin. Claro que existe la alternativa de irla a comprar pero a veces no somos conscientes de las dificultades de la gente del campo y pensamos que es tan fácil o tan normal como en la capital ir a un supermercado.
Un total de dieciséis alcaldes y el consell comarcal han expresado a la ACA su indignación por un problema que dura muchos años y que tan solo se solucionará construyendo la potabilizadora de L'Albagés, un proyecto parado desde hace quince años. Antes, en los años 60 y 70, no había ACA y el problema era el mismo, quizás que aparte de grandes discursos sobre la pagesia, los productos de kilómetro cero y la necesidad de parar el abandono de los pueblos pequeños para salvaguardar el territorio, se pongan las pilas para las necesidades básicas de la gente. Seguro que a los vecinos de los municipios afectados les satisfará más que las excusas de cada año. Porque el país es un todo, no solo existe aquel en que siempre hay aglomeraciones y contaminación, así como cientos de miles de votos. Está el abandonado, el que sufre sin ser escuchado y que, como mucho, solo aparece en los medios con noticias como esta.