Que el Govern de la Generalitat no haya podido mantener por más tiempo a su delegado en la Catalunya Nord y lo haya tenido que cesar tan solo unos meses después de su nombramiento, es una mala noticia para quienes lo promovieron para esa responsabilidad y una buena noticia para los que sostienen que Catalunya no acaba en los Pirineos. Christopher Daniel Person abandona el cargo con el formalismo de hacerlo "a petición propia" y "por motivos personales", que es la manera más elegante de preservar el capital político de quienes le hicieron confianza y quisieron correr demasiado en la pregonada normalidad, que tropieza con más obstáculos de los que gusta ver en Palau, aunque menos de los que se supone que tendrían que sortear con un Govern de tan solo 42 diputados de los 135 que tiene el Parlament.

Lo cierto es que la designación de Christopher Daniel Person fue polémica desde el primer día. En Navidades, a las pocas semanas de ocupar el cargo —su designación se produjo el pasado 8 de octubre—, el delegado de la Generalitat en Perpinyà tuvo que enviar las felicitaciones navideñas como director general de la Casa de la Generalitat en Perpinyà y alguna mente lúcida, o quizás él mismo, le metió en el primer problema: el texto estaba redactado exclusivamente en francés. El catalán brillaba por su ausencia, aunque después del ruido que se produjo en la red X, a las pocas horas ya había milagrosamente una copia en catalán, idioma que siempre se había usado en las felicitaciones de Navidad de la delegación.

Lo hacía, además, en un momento en que el catalán arrancaba el año con dificultades importantes, ya que la justicia francesa mantenía la prohibición de usarlo en los plenos municipales. Los alcaldes de los municipios afectados iniciaron, de la mano de Òmnium Cultural, una serie de iniciativas para plantar cara a la decisión del Tribunal de Apelación de Tolosa de Languedoc. Entre ellas, llegar hasta el Tribunal de Estrasburgo. A principios de marzo, en medio de otra polémica, en este caso por negarse a utilizar la denominación "Catalunya Nord", los antiguos directores de la Casa de la Generalitat en Perpinyà reclamaron al president Salvador Illa la destitución de Person. 

Illa se traga un sapo al cesar al delegado en Perpinyà porque necesita a ERC, y le clava un banderilla a Junts con el sustituto

El Govern hizo oídos sordos a su petición de dimisión: consideró que era una cuestión menor y que salvaría la cabeza de su delegado en la Catalunya Nord. De alguna manera, seguro que no es el único que defiende en la administración autonómica que si se habla de "Pirineos Orientales" tampoco pasa nada. Pero Illa ha preferido recoger velas y sepultar el problema en vísperas de Semana Santa, confiando que a la vuelta de las minivacaciones de Pascua el debate ya habrá amainado y nadie se acordará de este episodio tan lamentable.

Illa se traga un sapo, fruto de la coyuntura política y de los necesarios apoyos de Esquerra, ya que necesita sus 20 diputados en el Parlament. Por el camino, le clava una banderilla a Junts, ya que como nuevo delegado designa a Albert Piñeira, un hombre que ha sido alcalde de Puigcerdà con Convergència, PDeCAT y Junts (aquí como independiente) entre 2011 y 2023, cuando renunció a la reelección. Ahora, después de anunciar que se tomaba un período de descompresión, se reengancha a la política y el PSC roba a Junts un político con prestigio en la Cerdanya. Eso se llama hacer de la necesidad virtud.