El conseller Josep Rull, injustamente encarcelado en la prisión de Lledoners, ha cumplido este domingo 50 años. Su ciudad, Terrassa, le ha recordado en un homenaje masivo; sus amigos y dirigentes del independentismo le han felicitado por Twitter; e incluso Lluís Llach subió excepcionalmente al escenario para dedicarle una de sus canciones, Companys, no és això. Justo el mismo día, Oriol Junqueras y Quim Forn han cumplido diez meses de reclusión en diferentes penales. El juez que los mantiene en prisión provisional, el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, tiene que hacer frente este martes a las 9,30 horas en un juzgado de Bruselas a una demanda civil presentada por el president Puigdemont y los consellers en el exilio por falta de imparcialidad. No piensa acudir: un abogado belga le defenderá por unas declaraciones efectuadas tras una charla en Oviedo con una minuta de 544.982 euros.
Uno suele recordar como ha celebrado su cincuenta aniversario. Conozco a Rull desde los años 90. Provenía de la JNC, una buena cantera de políticos y de activistas sociales. Eran los años de la llamada hegemonía pujolista. Las organizaciones juveniles de aquella época crearon en casi todas ellas perfiles de transversalidad política y de gran olfato político. Rull es uno de ellos. La prisión de Rull y los demás, pues, no deja de ser una condición necesaria —no suficiente— para que el independentismo no retroceda después del referéndum del 1 de octubre y la declaración de independencia del 27 de octubre. Es, en parte, así de cruel: una vez constatado que el estado español no está dispuesto a negociar un referéndum, y que busca una condena ejemplar en el juicio más previsible de todos los que el Tribunal Supremo haya podido realizar, las prisiones han de ser un foco de actividad política. Una de las patas de la política catalana del momento: Govern, Waterloo y Lledoners.
Rull, como Junqueras y Forn, que llevan diez meses en prisión, sabe el camino que hay por delante. Sabe que estarán privados de libertad mucho más tiempo del que llevan. Muchísimo más. Solo una respuesta unitaria y masiva a la injusticia que supone esta situación puede llegar a alterar las previsiones. El president Quim Torra, en su intervención en el acto de Terrassa, ha hablado de una marcha por los derechos civiles y nacionales en Catalunya y por el derecho a la autodeterminación. El curso político en Catalunya acelerará, sin duda, con la conferencia del president de este martes en el TNC, que ya queda situada como el arranque definitivo de unos meses de gran voltaje político, tanto en las instituciones como en la calle, al menos hasta el juicio a los presos políticos que aún no tiene fecha y su sentencia.
La injusticia no solo es una prisión provisional injusta. También está en los detalles. Por eso Rull merece recibir más felicitaciones que nunca, aunque esté en reclusión.