Por tercera vez en los 19 meses transcurridos desde que Jaume Collboni asumió la vara de mando de la ciudad de Barcelona, el alcalde socialista ha sido reprobado por el pleno municipal. La crítica fundamental al batlle de la capital catalana ha girado, básicamente, sobre sus dificultades para formar un equipo de gobierno más amplio, con el apoyo de fuerzas de la oposición, y romper la actual situación, en que solo 10 concejales —los del PSC— forman parte del Ejecutivo local. La reprobación es una jugada exclusivamente política y sin consecuencia alguna. De ahí que sea la tercera vez que se produce, que Collboni siga gobernando con normalidad y que el tema no pase del titular de diario del día que se vota. Dicho eso, no deja de ser curioso y sintomático ver como los dos grupos municipales que, además del del PSC, votaron a favor de su investidura en junio de 2023, los comunes y el PP, hayan pedido este viernes su reprobación. En el caso de los populares, es la primera vez que lo hacen porque en las dos ocasiones anteriores —diciembre de 2023 y abril de 2024— la reprobación salió solo con los votos de los concejales de Junts (11) y de los Comuns (10), una mayoría de 21 de los 41 ediles que componen el consistorio.
Votó en contra de la reprobación Vox y se abstuvo ERC, posición que ya ha tenido en ocasiones anteriores. Ahora, con Elisenda Alemany compartiendo el puesto de liderazgo del grupo municipal republicano con el de secretaria general de Esquerra, el partido que dirige Oriol Junqueras sigue deshojando la margarita sobre cuál debe ser su papel en la capital catalana. Hacer únicamente de oposición con sus cinco concejales está descartado y, a veces, la moneda parece decantarse hacia entrar en el gobierno municipal y en otras a apoyar desde fuera y agotar el mandato de cuatro años, que acaba en mayo de 2027, sin adoptar ninguna decisión y después de las próximas elecciones ya se verá. No es esa una posición unánime, ya que una corriente importante es partidaria de cerrar un acuerdo con Collboni, incorporarse al equipo de gobierno y tener espacios de poder. Sería esta la posición de la ejecutiva local de Esquerra y de Alemany, aunque el hecho de estar cerca del ecuador del mandato ha enfriado una parte del interés: al quedar solo algo más de dos años para el final, sería para permanecer en el gobierno hasta entonces, algo que tampoco despierta un entusiasmo desmedido.
El triple empate de 2023 en Barcelona entre Junts, Comuns y PSC es difícil que se vuelva a repetir
En esta situación, Esquerra ha optado por seguir esperando y, así, en la reprobación, no están con Junts y los populares, pero tampoco con los de Colau, y optan por la abstención. La actitud de mayor dureza en el consistorio la encabezan Junts y los comunes, que, pese a no converger en nada, sí apuestan por evidenciar reiteradamente la soledad del PSC. Los sucesores de Xavier Trias y Ada Colau no se han movido ni un milímetro de la línea dura anterior. Así, Jordi Martí Galbis y Janet Sanz se han instalado en la oposición —claramente los de Junts y con matices los comunes—, aunque es evidente que la negativa de Collboni a cerrar la incorporación de estos al gobierno municipal ha agrietado complicidades y acuerdos entre ambas formaciones de izquierda. La negativa del alcalde a la entrada de los comunes en su equipo de gobierno ayuda a centrar sociológicamente al PSC en la capital y, ante la hipótesis de un retorno de Colau como candidata en 2027, le permite desprenderse del sambenito de que votar a Collboni refuerza la hipótesis de un acuerdo con ellos.
Mientras todo este baile de números se sucede y el PSC pierde votaciones, hay una realidad incuestionable y que no permite grandes discusiones. El poder da una velocidad de crucero mucho más manejable que estar en la oposición, y eso —aunque sea con pocos concejales— se acaba notando y consolida al alcalde. En este escenario, casi a media legislatura, el triple empate de 2023 entre Junts, Comunes y PSC es difícil que se vuelva a repetir. Los comunes aún tienen un plan B, que es Colau: por muy deteriorado que esté su capital político, la exalcaldesa ha demostrado tirón electoral. Junts per Barcelona no tendrá a Xavier Trias, con todo lo que ello supone, y tendrá que proponer un candidato que sea capaz de acercarse a los 11 concejales, algo nada fácil, ya que es imposible un resultado razonable en unos comicios locales sin un nivel de conocimiento alto del escogido por parte de los barceloneses.