Todo el facherío ya tiene su nuevo banderín de enganche: los posibles indultos a los presos catalanes. La concentración convocada para el domingo 13 de junio en la madrileña plaza de Colón, ya reconvertida en la nueva plaza de Oriente, donde se celebraban manifestaciones de adhesión a Franco, contra la división de España y el comunismo, va a ser el primer acto multitudinario de desestabilización del gobierno de Pedro Sánchez. El toque de corneta lo ha hecho la incombustible Rosa Díez, sin partido, pero con un peso mediático realmente inexplicable. La derecha huele la sangre de Sánchez, atrapado en su propio laberinto después de demorar durante más de un año los indultos pensando que, al hilo del reparto de millones de los fondos europeos, la gente daría más importancia al dinero que a la medida de gracia.
Craso error ya que tantos años de anticatalanismo de la derecha y la izquierda han tenido su efecto. El A por ellos no fue una consigna pasajera de un momento determinado sino un grito de guerra para quedarse contra la mayoría independentista de Catalunya. El Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Cuentas han hecho un cuatro en uno que ha puesto en manos de la justicia decisiones que solo pueden ser políticas y que ha desarbolado el peso del poder ejecutivo en España hasta dejarlo en un poder de segundo nivel. Allí estarán, en Colón, desde Vox al Partido Popular pasando por Ciudadanos. Y en esta nueva ola, los catalanes seremos utilizados por Sánchez para que nos explique cómo es una España irredenta que no acepta ser un estado similar a los de sus vecinos europeos.
En el cóctel para salvar España, Vox pondrá la radicalidad de quien se siente ganador, ya que el resto de la derecha le ha comprado totalmente su argumentario. El PP pondrá la musculatura de una organización que acaba de conquistar Madrid con casi mayoría absoluta de la mano de Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado no querrá desaprovechar subirse a un bólido que va a gran velocidad hacia la Moncloa. Sobre todo, porque si no se sube será Ayuso quien lo hará. Y Ciudadanos, que ya no es lo que era pero aún sigue teniendo eco mediático, nació para eso: ir contra todo lo catalán. Este conglomerado, unido al de socialistas expedientados como Leguina y Redondo Terreros, y otros de esta calaña como Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra o García Page, un elenco nada despreciable, dejará a Pedro Sánchez en una posición de gran debilidad.
Y lo más curioso es que, como reconocía Jordi Cuixart este viernes y han venido señalando varios de los presos que pueden quedar beneficiados por el indulto, la medida no soluciona, ni mucho menos, el problema, generará frustración al pueblo de Catalunya y será igual de efímera que la aprobación del tercer grado. ¿Alguien se imagina por un momento el efecto de la repetición de aquellas mesas petitorias contra el Estatut, ahora contra los indultos, del PP en España, como ha anunciado Casado, y la frustación en Catalunya por un indulto que no es el que se quiere puesto que lo que se propone es una ley de amnistía?