Andan en Madrid ufanos y felices el establishment y el PSOE porque en el primer round del CatalanGate han conseguido pagar un peaje muy bajo. A saber, la constitución de la comisión de secretos oficiales del Congreso de los Diputados y que el Defensor del Pueblo abra una investigación sobre si ha habido ilegalidades en la actuación del CNI o de cualquier otro servicio de seguridad. Dos caminos que no llevan a ningún sitio y que son un canon muy barato cuando en plena explosión del mayor caso de espionaje masivo, indiscriminado e ilegal parecía que la bomba de relojería podía poner a Pedro Sánchez contra las cuerdas e incluso que rodara alguna cabeza del Consejo de Ministros. Entre Bildu, PNV y PDeCAT facilitando los votos suficientes para sacar adelante el decreto de medidas económicas para paliar las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el Partido Popular presto al rescate por si fallaban los partidos minoritarios, Sánchez tuvo no una sino dos cartas con las que poder jugar y desactivar la primera envestida del CatalanGate.
Así han iniciado el puente del 2 de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, con lo que la actividad política en la capital española se paraliza hasta entonces y hay rogatorias en los ministerios porque se hayan calmado algo las aguas y la comisión de secretos oficiales les dé algo de oxígeno. Dependerá que ello sea así de varias cosas y, muy prioritariamente, de que el independentismo se acabe creyendo o no la engañifa que se les ha puesto delante y que no es más que un decorado para justificar una versión oficial. A estas alturas, nadie puede esperar que de allí salga algo más que no sea que el CNI lo ha hecho todo de acuerdo con la legalidad y, como mucho, que se facilite a los presentes el nombre de los espiados con autorización judicial. Aunque eso último, tampoco puede ser que acabe siendo comunicado a sus señorías y, si es así, explicado a la opinión pública ya que, en teoría, no puede ser divulgado.
Pase una cosa o la otra, es importante tener claro que hay que seguir picando piedra para exigir la comisión de investigación, donde hay la mayor fractura de los socios de Sánchez con el PSOE. Es ahí, donde se hará evidente que los socialistas, si la quieren evitar, han de recurrir al Partido Popular de Feijóo para evitarla o incluso peor: a Vox, a quien siempre tendrán a favor de una iniciativa así reclamada por los independentistas. La geometría variable que tan bien juega, como demuestra habitualmente Pedro Sánchez, tiene en el asunto del CatalanGate algún trago indigesto que le puede obligar a quedar expuesto al lado de malas compañías.
Porque cuesta mucho no comparar, en la arquitectura mental socialista, la comisión de secretos oficiales con la mesa de diálogo. La segunda, en la que nunca han creído, ya se ha visto el recorrido que le han querido dar. Primero una foto, después displicencia y, finalmente, sepultada debajo de muchas carpetas para que nadie se acuerde. Ahora, ha quedado definitivamente en el congelador por ambas partes -PSOE y Esquerra- pero lo cierto es que hacía meses que ya estaba en la cámara frigorífica a -20º. Ahora, igual está a -25º, pero no ha cambiado del arcón en el que se encontraba. Que el independentismo no caiga en este trampantojo es casi de primero de política pero cosas más extrañas se han visto estos últimos tiempos.
Un último apunte: ¿la votación conjunta de Esquerra, Junts y la CUP del pasado jueves contra el decreto ley del Gobierno de medidas económicas como respuesta a la gravedad de un gobierno que espía masiva e ilegalmente a los independentistas tendrá continuidad o ha sido flor de un día? Porque se puede ir separados en muchos temas pero en este, en el que han sido espiados incluso el actual president de la Generalitat mientras negociaba con Pedro Sánchez o los abogados defensores de los presos y exiliados políticos, tendrán que explicar muy bien los partidos a la ciudadanía que lo mejor es hacer la guerra cada uno por su cuenta.