Este domingo, Ciudadanos se ha reunido con Vox en la comunidad de Madrid y ha levantado así el cordón sanitario al que supuestamente le sometía el partido de Albert Rivera desde hace un par de semanas, después de que el presidente francés, Enmanuelle Macrón, le tirara de las orejas tras su acuerdo con PP y Vox en Anda lucia. Pasados estos quince días, parece que Rivera ha vuelto a su sitio y el único sorprendido de ello ha sido Manuel Valls, el expremier francés que en pose de verso libre (o así se presenta él) está dispusto a votar a Colau para la alcaldía de Barcelona. Realmente, la contorsión política no puede ser más grande para Ciudadanos en esta negociación política municipal: en una mesa negociando con los franquistas de Vox y en la otra con los comunes de Colau.
Y por en medio, quizás, un programa electoral pasado por la trituradora ya que poco o nada van a poder defender. Para los que conocemos bien a Ciudadanos, ya que nació como formación política en Catalunya, su política siempre ha sido a la contra. En contra de la lengua catalana, en contra de la cultura catalana, en contra de los lazos amarillos, en contra de los independentistas, en contra de TV3, en contra de Catalunya Ràdio, en contra de presentarse a la investidura como presidenta de la Generalitat tras ganar el 21-D las elecciones, en contra de un hipotético indulto a los presos políticos, en contra de...
La última semana de negociaciones municipales y autonómicas promete ser divertida en todos los sitios ya que muchas vergüenzas de los partidos van a quedar al descubierto. Se ha puesto mucho el acento en la actitud de Colau aceptando complaciente los votos de Valls y se ha pasado por alto mirar a la formación naranja ante una decisión tan surrealista como extraña. Los partidos se rompen por muchas razones y a veces la coherencia es una de ellas. Quizás, a veces, las cosas son mucho más sencillas: En España el gran derrotado de los grandes partidos estratégicamente hablando fue Ciudadanos. Esperaban dar el sorpasso al PP en las municipales, en las europeas y en Madrid y fracasaron en los tres envites.
Ahora, seguramente, Rivera tiene que ir pagando las facturas que ha firmado. ¿Puede desplazarse al centro izquierda y dejar colgado a los que le han apoyado para que la derecha gobierne en el máximo de sitios posibles? ¿Puede ser ajeno en Catalunya a los que le impulsaron desde el Upper Diagonal y ahora le reclaman algo que es incongruente ideológicamente hablando pero que sirve sus intereses como es que Cs vote a Colau y Maragall sea desplazado de la alcaldía pese a su victoria del 26-M? Y es que a veces los malos resultados solo te permiten hacer piruetas.