En medio de los esfuerzos titánicos de Pedro Sánchez por salvar el estado de alarma este miércoles en el Congreso de los Diputados —hoy lo tiene un poco más fácil con el primer gran acuerdo de legislatura entre PSOE, Podemos y Ciudadanos y está a la espera de que el PNV resista en la abstención para que los números le cuadren— a España le llegan noticias muy preocupantes de Alemania. Cuando menos se esperaba, ya que el fallo estaba dormido desde 2014: el Tribunal Constitucional alemán acaba de remover a fondo el sistema de cooperación europea y ha puesto la lupa en los futuros planes de compra de deuda por parte del BCE de países que necesiten fuertes inyecciones de capital y no tengan fácil su devolución. No es una buena noticia para España e Italia, esperanzados aún en que Europa obre el milagro y si no es por la vía de la mutualización de la deuda tengan que resarcir tan solo una parte pequeña de lo que reciban.
Aunque el fallo del Constitucional alemán tiene que ver con la compra llevada a cabo por el BCE de bonos de deuda soberana en 2015, cuando estaba al frente del organismo Mario Draghi, su pronunciamiento no puede ser políticamente más actual. Sitúa en el centro del debate lo que puede hacer Alemania en un momento de una crisis económica desconocida y, por otro lado, va en dirección contraria al pronunciamiento que en su día hizo el Tribunal de Justicia Europeo que dio por buenas las compras del BCE. Ahora Alemania tiene una palanca de la que carecía para imponer decisiones drásticas de reformas a los países del sur y se aventura un recrudecimiento de los diferentes puntos de vista entre el norte y el sur. Aunque el BCE goza de autonomía en su toma de decisiones, es difícil soslayar que el Bundesbank es su mayor accionista.
Resumiendo: las puertas que ha tratado de abrir estas semanas Pedro Sánchez en las reuniones telemáticas con los jefes de Estado y de Gobierno de la UE parecen mucho mas cerradas que lo que en público nos decía y sus voceros alimentaban. Esto no va de hooliganismo sino de intereses y muy poco de unión. Los habituales salvapatrias como el popular Esteban González Pons, todo un especialista en desairar a Alemania, y que este martes no ha aprovechado la ocasión para comparar el TC alemán con las autoridades húngaras y polacas, harían bien en salir del ruedo y volver al redil. Esta estrategia ya la empleó con la justicia alemana cuando el pronunciamiento del tribunal de Schleswig-Holstein que dejó libre de cargos al president Carles Puigdemont y no le reportó rédito alguno. En todo caso, algún coscorrón de sus superiores.
España debe prepararse para acudir al Mede, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, ya que no habrá alternativa. Y allí los criterios serán severos. A lo mejor, incluso, insoportables para un gobierno español como el actual. Pero para eso, aun falta tiempo. Aunque ya dije hace unas semanas que la orquesta del Titanic había empezado a tocar.