Habrá que concluir que se ha errado con la estrategia cuando, no teniendo una situación sanitaria peor que nuestros vecinos, las medidas que se están adoptando desde el Reino Unido o desde Francia, sobre todo desde el primero de los países, son terroríficas para Catalunya y para España. En muy pocas horas, el primer ministro francés ha recomendado no viajar a Catalunya por el coronavirus; la principal empresa turística del mundo, el operador Tui, ha cancelado todos sus viajes a España y el Reino Unido ha decretado una cuarentena a los viajeros procedentes de España que ha entrado en vigor con carácter inmediato.
¿Es tan alarmante la situación en España para que se adopten desde Francia o el Reino Unido estas medidas? Nada da a entender que sea así y el hecho de que no haya unos parámetros idénticos para todos los países a la hora de gestionar la evolución de la pandemia acaba produciendo confusión en la información y que lo que acaba sabiéndose son, sobre todo, las medidas que cada gobierno aplica. Así, por ejemplo, se desconoce cómo aplica cada comunidad las pruebas para conocer el número de infectados pero se da la paradoja de que en Catalunya hay más infectados pero menos hospitalizados que en Madrid, con muchos menos infectados. ¿Son creíbles los datos de Madrid? ¿Quiere decir que lo hace mejor? ¿O es, simplemente, que se están rebajando los controles para que no se ponga el foco en la capital española?
Las autoridades catalanas y también las del Estado tienen un problema muy serio de discurso a la hora de encontrar el punto de equilibrio en que debe situarse la protección de la salud y la defensa de la economía. A todo ello ayuda el hecho de que solo el gobierno español puede adoptar medidas obligatorias mientras la Generalitat tiene que moverse en el terreno de las recomendaciones ya que saltar este listón le puede suponer una contundente desautorización judicial. El resultado es que el Govern actúa con una mano atada y Pablo Casado pide entonces una centralización de las decisiones.
Protejamos a tope la salud pero no hagamos brindis al sol que la gran mayoría de los ciudadanos no cumplen y que acaban siendo letales para la economía. Encontrar el punto exacto de riesgo que es asumible para una sociedad no es tarea fácil ya que lógicamente todo el mundo aspira al menor posible y, si puede ser, al riesgo cero. Pero habrá que decir más bien pronto que tarde que igual es imposible y que deberemos tomar las máximas medidas de seguridad sanitaria pero al mismo tiempo hacer una vida lo más normal posible. Y que lo que fue una buena estrategia en la primavera puede ser ahora un error imperdonable.