Mientras la prensa extranjera no deja de informar con una mezcla de preocupación, sorpresa y alarma de los presos políticos catalanes y de la huelga de hambre que cuatro de ellos —Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Quim Forn, los tres primeros, diputados del Parlament de Catalunya— han iniciado en la prisión de Lledoners, buena parte de la clase política y los medios de comunicación españoles —hay que incluir también en esta actitud a algunos catalanes— han optado por desdeñar la información o incluso por ridiculizarla. Y eso que al cumplirse el noveno día de dos de ellos, Sànchez y Turull, las fuerzas empiezan a mermar, como viene explicando el conseller en el dietario que publica en El Nacional.
Tanto da que sea una anomalía en la Europa democrática y que —por citar el último medio que se ha referido a ellos— el Jyllands-Posten de Dinamarca haya titulado su crónica "Los presos políticos de España son los verdaderos demócratas de Europa". Comúnmente abreviado como JP, el Jyllands-Posten es el periódico de mayor tirada de Dinamarca e ideológicamente bascula entre los conservadores y el centroderecha. De su independencia y de su defensa de la libertad de expresión basta recordar las caricaturas satíricas de Mahoma que publicó en 2005 y que provocaron un gran debate, amenazas al medio y la solidaridad de la comunidad internacional.
Decía Mireia Boya este domingo que habría que destacar más cómo al Estado, el Tribunal Constitucional y los partidos del régimen les importa bien poco la huelga de hambre. Y no le falta razón a la exdiputada cupaire al ver así las cosas. La política española y los medios de comunicación siempre actúan igual: ningunean y desacreditan al mismo tiempo y mientras el problema se hace más grande delante de sus propias narices. Ya dijo Confucio que cuando el sabio señala la Luna el necio mira el dedo.
Las huelgas de hambre están sirviendo para situar a España de nuevo como un Estado intolerante y poco democrático ante la comunidad internacional y, en clave interior, para dar fuerza a la mecha que ya se ha encendido de la respuesta institucional y ciudadana al Consejo de Ministros que se celebrará el 21-D en Barcelona. Un día señalado en el calendario independentista y en que, por cierto, aún se desconoce dónde se va a reunir el Gobierno.