Los responsables de España Global, el artefacto político-ideológico creado por el ministro Borrell para intentar detener la actuación del independentismo en el extranjero y que cuenta con un caudal importante de recursos públicos, deben de haber tenido este domingo un despertar abrupto cuando han visto que el diario más influyente del planeta, el The New York Times dedicaba una página de su edición impresa a hablar de la monarquía española, su deterioro y los referéndums que se están celebrando para que los ciudadanos se pronuncien en consultas no vinculantes sobre si se tiene o no que abolir.
En concreto se refiere al de Valldemossa, en las Illes Balears, que se celebró el pasado fin de semana y que es especialmente relevante porque es en la isla de Mallorca donde se ubica el palacio de Marivent, residencia de verano de la familia real. En esta población el rey emérito Juan Carlos I tiene el título de alcalde honorario. Aunque la participación fue escasa, el diario norteamericano pone el acento en la victoria de los partidarios de abolir la institución monárquica. A principios de marzo ya publicaron otro artículo, en este caso en su edición en español, señalando que el juicio al procés era un error.
Es muy probable que el NYT haya dedicado más espacio al referéndum de Valldemosa que toda la prensa de papel de Madrid y Barcelona juntas. No es extraña, entonces, la desinformación de España sobre esta noticia como otras consultas que se han celebrado en muchas ciudades y, en el caso de Catalunya, en numerosas universidades. El diario norteamericano habla abiertamente del desafío secesionista en Catalunya que tiene planteado el Estado español donde, como es sabido, la Generalitat ha roto relaciones con la monarquía y ha decidido no acudir a actos en que sea la organizadora.
Una reciente encuesta del CEO —el CIS catalán— acaba de situar a la monarquía como la institución peor valorada por los catalanes, con una puntuación por debajo del 2. El CIS hace años que eliminó la pregunta para evitar constatar la caída de la institución. Y la Fundación Príncipes de Girona ha ido suspendiendo las reuniones en la ciudad a medida que se tenían que celebrar por las protestas de sus viajes. Hoy, en la práctica, los Reyes no pueden viajar a Catalunya si no es en unas condiciones muy especiales.