No ha pasado desapercibida la decisión de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) de incluir, finalmente, en su test de mercado sobre la OPA que ha lanzado el BBVA sobre el Banc Sabadell, a las patronales y entidades empresariales, como reclamaba el banco catalán. La CNMC lo ha hecho modificando una decisión anterior y cuando ya lleva once meses estudiando la OPA ante el ruido y el malestar que se había producido en Catalunya entre las ochenta entidades que habían solicitado personarse y que, en vista de la decisión de la competencia, habían presentado recurso ante la Audiencia Nacional.
Ha sido un jarro de agua fría para el BBVA, que pone al mal tiempo buena cara, porque los tiempos se van alargando, algo que no deseaba, ya que siempre ha explicado que no hay razones para tanta demora. Por en medio ha sucedido el tema de los aranceles de Donald Trump, que ha provocado un fuerte retroceso a las bolsas y a la banca, especialmente. El BBVA, en concreto, ha sufrido un fuerte desplome en bolsa desde que presentó sus resultados el jueves, y el valor se ha dejado un 15% en cinco sesiones. El Sabadell, por su parte, el viernes negro cayó el 10,97%.
El gobierno español conoce perfectamente el estropicio que causaría en Catalunya que la OPA hostil del Sabadell llegara a salir adelante
En este marco de incertidumbres, la OPA del BBVA acaba de alargarse hasta septiembre, como muy pronto, con lo que se superará ampliamente el año desde que el 9 de mayo la entidad madrileña lanzó su OPA hostil para absorber el Sabadell. Un tiempo más que suficiente para que las cartas ya estén encima de la mesa y cada parte sepa con qué apoyos cuenta. Y es aquí donde el BBVA tiene una serie de dificultades invisibles que le juegan en contra. Obviamente, todos los partidos políticos catalanes que tenían algo que decir lo han hecho saber, tanto al Sabadell como al ministerio de Economía y a Moncloa. Que no lo digan en público es normal, pero consta que aquí todo el mundo se ha mojado: el president Salvador Illa y el presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, de manera directa; y el presidente de Junts, Carles Puigdemont, de manera interpuesta.
El ministro de Economía es, lógicamente, conocedor de los pasos políticos que se han dado, y pública y privadamente se ha posicionado muy distante del BBVA. Carlos Cuerpo siempre ha hablado más de los inconvenientes que de las ventajas, algo que puede llevar a cualquier observador avezado a conclusiones acertadas. Por ahora, todo es un juego de movimientos lentos, ya que estamos lejos del final, pero el gobierno español conoce perfectamente el estropicio que causaría en Catalunya que la OPA hostil del Sabadell llegara a salir adelante. El Gobierno no lo puede todo, pero puede mucho, muchísimo, me reconocía hace unas semanas un influyente empresario que se mueve por encima de las garras del gobierno español de turno.