El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, acaba de ser sancionado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), con una multa, cuya cuantía no se ha dado a conocer, por la venta de un paquete de acciones de la energética Abengoa mientras era consejero de la compañía y disponía de información privilegiada. Borrell se ha defendido como ha podido pero sus respuestas no eliminan la duda mayor que hay en estos momentos: ¿puede continuar en el Consejo de Ministros quien, supuestamente, ha hecho uso de información privilegiada en interés propio? ¿Es este el listón real de la ética del gobierno de Pedro Sánchez?
Es verdad que un presidente del gobierno puede cargar sobre sus espaldas un número determinado de dimisiones y Sánchez ya ha cubierto el cupo pese a los pocos meses que lleva en La Moncloa con los ceses de Màxim Huerta (Cultura) y de Carmen Montón (Sanidad). Y, por eso, defiende a muerte a la ministra de Justicia, Dolores Delgado, mezclada en un sucio asunto de unas grabaciones de su etapa como fiscal de la Audiencia Nacional. En ellas aparece Delgado con el excomisario Villarejo explicándole que había visto en un viaje a Cartagena de Indias a jueces del Supremo y fiscales con menores de edad. Delgado, que era fiscal de la Audiencia Nacional, no consta que hiciera nada y ahora se defiende considerando la cinta un chantaje al Estado. ¿Pero era verdad o no lo que explicaba la ministra de miembros de la judicatura con menores en Colombia? La ministra, por ahora, se envuelve con la bandera y resiste los embates.
El ministro Borrell, por su parte, nos explica que eran acciones de un familiar que él gestionaba y que recurrirá. Y por si le falta cobertura hace lo que más sabe: cargar contra los independentistas, cosa que tanto rédito le ha dado y le ha permitido volver a la política. La prensa internacional ya se ha fijado en el caso y el Financial Times y la cadena Bloomberg, dos medios de referencia a nivel mundial, consideran que es un nuevo golpe para Sánchez.
Sobre Borrell pesan demasiados casos oscuros para continuar en el cargo. Ya tuvo que dimitir como presidente del Instituto Europeo de Florencia, en 2012, por ser consejero de Abengoa. “No me acordaba”, dijo. No debería seguir como ministro pero seguirá. El listón Sánchez está bajo mínimos pero PP y Cs han decidido dejarle el centro y competir por la derecha extrema. Y eso es un favor demasiado grande. Al menos, para seguir a flote.