En una campaña tan aburrida, aunque con tantas cosas importantes en juego, como la de las elecciones municipales en Catalunya, un desatino deja de ser una anécdota para adquirir la categoría de noticia. El disparate del secretario de organización de Junts y candidato a la alcaldía de Badalona, David Torrents, señalando que prefería como alcalde de su ciudad al candidato del Partido Popular, Xavier García Albiol, antes que al número uno de Esquerra Republicana, Àlex Montornès, será sin duda el despropósito de la campaña y eso que aún faltan diez días para el 28 de mayo. Torrents, encuadrado en el sector considerado más independentista de Junts, ya se vio envuelto en una polémica cuando fue propuesto por Laura Borràs para el cargo que ahora ocupa —el tercero en la estructura del partido— y recibió un severo toque de atención de la militancia, que no lo ratificó en el congreso de Argelers. Sin embargo, en una curiosa repesca de segunda vuelta, obtuvo los avales necesarios que meses antes no había logrado.
Aunque Torrents ha tratado de corregir su error, el daño ya estaba hecho. Entre otras cosas, porque salir diciendo horas después lo contrario de lo que has declarado horas antes tiene una venta ciertamente difícil. Máxime si tu posición en la estructura del partido es ciertamente importante y, además, eres el candidato a la alcaldía de la cuarta ciudad de Catalunya tras Barcelona, L'Hospitalet de Llobregat y Terrassa. No eres un político despistado, ni un candidato en una población de un millar de habitantes. A lo mejor se entiende así por qué obtiene un único concejal de los 27 posibles, al filo mismo del 5% para quedar fuera del consistorio frente a los 11 de Albiol o los 7 de la coalición Guanyem Badalona-Esquerra Republicana-Avancem-Més-Acord Municipal y que ahora se presentan por separado, encabezando la exalcaldesa Dolors Sabaté la lista de Guanyem y Montornès, la de ERC.
No conozco ni a Torrents ni a Montornès y mucho me temo que ninguno de los dos tendrá opciones de ocupar la alcaldía. No es el primer caso en que se evidencia el abismo entre las agrupaciones locales de Junts y de Esquerra. Pero nunca estando por en medio un posible alcalde del PP. Que conste, también, que cada vez creo más urgente que se estudie la modificación de la ley electoral para una segunda vuelta o para que el candidato más votado tenga una prima para ser alcalde o alcaldesa. Es un tema polémico, ciertamente, pero creo que mejoraría la gobernanza de los municipios y los haría más rápidos en la toma de decisiones. Pero ese no es el tema del debate en cuestión. Lo peligroso es la evidencia, una más, del profundo desencuentro que se ha generado entre Junts y Esquerra —porque es recíproco, aunque el oficio y la disciplina de los segundos les haga más contenidos dialécticamente— y que tardará muchos años en cicatrizar.
No se da en la totalidad de las dos formaciones, pero está peligrosamente muy extendido por el territorio. Solo hace falta prestar atención a cómo se están diciendo algunas cosas en esta campaña, lo que evidentemente no sucedía en las municipales del 2019 ni del 2015. El hecho de que el primero en desautorizar a Torrents haya sido el exalcalde y candidato de Barcelona, Xavier Trias, demuestra que la experiencia es un grado y que hay dos visiones sobre la política, los pactos y el interés de la mayoría de los ciudadanos. Y que es perfectamente entendible que para acabar con los dos mandatos de Colau, Trias se abra al PSC y a ERC si gana las elecciones o que se ofrezca a socialistas y republicanos si ganan ellos. Como también que insista en recibir sus votos, al menos por parte de ERC, como los tuvo Ernest Maragall de Elsa Artadi hace ahora cuatro años.