Una de las cosas más preocupantes de la pandemia actual para los que miramos de entender las cifras que se nos ofrecen a diario y la evaluación que realizan los expertos es la diferente valoración de unos y de otros. Y no se trata solo de cuestiones menores, claro está, que incluso podría llegar a ser comprensible. Sino que afecta a cuestiones fundamentales a la hora de abordar decisiones aún más drásticas que las que ya se están adoptando por parte del Govern.
Este domingo por la mañana, sin ir más lejos, una personalidad científica como es el doctor Rafael Bengoa, exdirector de Sistemas de Salud de la OMS, ha asegurado que el confinamiento domiciliario en España es inevitable, que probablemente en una o dos semanas se tendrá que hacer porque se comprobará que nada va bien y ha rematado concluyendo que no estamos bajando las tasas lo suficiente con las medidas actuales y es necesario pasar al siguiente nivel. Para Bengoa, que fue asesor de Barack Obama mientras estuvo en la Casa Blanca este confinamiento debería ser de más o menos un mes y la segunda ola será más dura que la primera.
No es Bengoa el único experto que vaticina que este final está cantado y, de hecho, encontramos más médicos y físicos que lo ven así que al revés. Debo decir, sin embargo, que las autoridades sanitarias no respiran así y se refugian en una mejoría de alguno de los parámetros como, por ejemplo, que el riesgo de contagio en Catalunya se ha reducido por sexto día consecutivo hasta el 1,21 cuando el domingo anterior era de 1,53. Si la progresión siguiera así, el fin de semana que viene podría estar por debajo de 1 e incluso, hipoteticamente, plantearse revertir alguna de las medidas en pocos días. Alguien parece olvidar que el riesgo de rebrote está en Catalunya en 889.
Pero lo que más me llama la atención es cómo puede haber análisis tan contrapuestos y, sobre todo, el efecto que acaba teniendo todo ello para la ciudadanía que vive entre angustiada y desconcertada con el sistema hospitalario cada vez más tensionado, las UCI creciendo y la asistencia domiciliaria ambulatoria a los pacientes positivos dejando mucho que desear. Y no porque los médicos no den lo mejor de sí mismos sino que para ellos el día también tiene 24 horas y los recursos no acaban de llegar.