La detención del magistrado del Tribunal Constitucional, Fernando Valdés, en su domicilio de Majadahonda, en las proximidades de Madrid, por presunta violencia de género de la que habría sido víctima su esposa en la madrugada del martes después de una discusión es una noticia inquietante. Que la Fiscalía no haya presentado cargo alguno ni haya pedido ninguna medida cautelar y que la magistrada del juzgado de instrucción número 7 del municipio le haya dejado en libertad por su avanzada edad de 75 años es una noticia sorprendente. Y que el Tribunal Constitucional haya salido con una nota apelando a la presunción de inocencia "mientras continúa el procedimiento judicial" es una noticia que tiene la apariencia de comunicado corporativo en un tema tan delicado como la violencia de género.
El magistrado Fernando Valdés, miembro del Constitucional a propuesta del PSOE, goza de aforamiento por su cargo en el TC. No es esa una cuestión menor ya que su detención por parte de la Guardia Civil solo podría haberse llevado a cabo de acuerdo con la legislación vigente si se estaba produciendo un delito flagrante. Durante toda la jornada una gran opacidad informativa se ha producido sobre el caso, en parte comprensible por el tremendo daño que supone para un Tribunal Constitucional cuestionado en muchas de sus decisiones.
El hecho de que coincida en el tiempo con la huida del rey emérito a un destino aún no confirmado, presumiblemente estaría ahora en Nueva Zelanda, por la gravedad de los casos de corrupción que se han ido conociendo, hace un enorme daño a la marca España, que no deja de recibir noticias preocupantes que amplifican su descrédito.
Las apelaciones del Tribunal Constitucional a la presunción de inocencia del magistrado del TC tendrían más fuerza si gozara la institución del prestigio del que carece. Sobre todo, porque el Constitucional ha pisoteado, según muchos juristas, derechos fundamentales básicos en los últimos tiempos y se han echado en falta estas apelaciones a la presunción de inocencia cuando no se ha tratado de uno de los suyos.