España será el país que saldrá con la economía más dañada de la pandemia del coronavirus y encabezará el ranking mundial de caídas en el 2020. Este es el negro pronóstico que acaba de realizar, este deslucido día de Sant Joan, el Fondo Monetario Internacional tras la nueva reunión del organismo en que ha modificado sus pronósticos de abril a la vista de los datos ya conocidos y en el que se han analizado las 18 principales economías del mundo. Un 12,8% de caída en el 2020, y un crecimiento de tan solo del 6,3% en 2021, quiere decir que la economía española no saldrá en V de esta crisis y que, en todo caso, solo a finales de 2022 se podría llegar a una situación similar a 2019 si todo va más o menos bien. También necesitará un rescate, con duras condiciones de reformas. En resumen, una pobreza desconocida en España en las últimas décadas, un paro superior al 25% y un incremento importante del déficit que se elevará por encima del 120%.
El FMI ha acabado de un plumazo con algunos análisis que se realizaban desde el gobierno y que querían relacionar un aumento del consumo con una mejora de la economía. No hay nada de eso y es el falso reflejo de una distorsión de muchas semanas sin consumir. El informe del FMI es devastador en otro aspecto: los países que lo han hecho peor con el coronavirus son los que más sufrirán, con España e Italia en cabeza. En cambio, Grecia y Portugal, que adoptaron medidas cuando tocaba, tienen mejores previsiones económicas. Aunque no gusta no está de más recordarlo: si el gobierno español hubiera cerrado Madrid cuando se le pedía desde diferentes sitios, con el gobierno catalán a la cabeza, hoy la situación, quizás, sería muy diferente.
Lo cierto es que no se hizo y que España se adentra a una velocidad de vértigo hacia el desastre por una triple crisis: una economía colapsada, con síntomas de larga permanencia en la UCI y con un equipo médico extranjero vigilando la evolución del paciente; una degradación de muchas de las instituciones, empezando por la jefatura del Estado pero siguiendo por la justicia, el Tribunal Constitucional o la Guardia Civil, entre otras; y un conflicto territorial con una parte del mismo, Catalunya, exigiendo un nuevo referéndum de independencia para separarse de España y con sus principales dirigentes en la prisión o en el exilio tras el primero que se realizó en octubre de 2017.
Quizás ha llegado el momento de que el gobierno empiece a decir la verdad a los ciudadanos y deje de lado las mentiras y la propaganda permanente de la Moncloa y que con un reparto ingente de dinero consigue silenciar cualquier crítica y presentar a la ciudadanía una España irreal. El gobierno ha mentido tanto y en tantas cosas que le va a costar encontrar un hilo conductor con la verdad. No es extraño que la vicepresidenta Carmen Calvo, en un lapsus en el Congreso de los Diputados, acabara diciendo este jueves que no pensaba restituir la credibilidad de las instituciones del Estado porque no había que restituir lo que no ha existido. Nunca un gazapo involuntario se acercó tanto a la verdad.