Dos semanas y un día después de que Juan Carlos I abandonara España en un exilio que le ha llevado hasta los Emiratos Árabes Unidos, según informó el pasado lunes el mismo Palacio de la Zarzuela, y del que se desconoce si es el punto final o habrá nuevos partes informativos sobre otros destinos en la huida del rey emérito, un importante grupo de ministros, presidentes autonómicos y altos cargos de los gobiernos de UCD, del PSOE y del PP durante su reinado han suscrito un manifiesto de apoyo. En un documento de dos folios, critican la proliferación de condenas que ha tenido el emérito "sin el debido respeto a la presunción de inocencia", aseguran que nunca se podrá borrar su labor de apoyo a la democracia y a la nación "so pena de una ingratitud social que nada bueno presagiaría del conjunto de la sociedad española" y piden a ciudadanos, entidades públicas y privadas, partidos, organizaciones y autoridades "que defiendan con todos los medios democráticos a su alcance la integridad política y territorial de la nación". Una preocupante combinación de impunidad pasada o venidera y de unidad de España.
Un total de 30 exministros y 40 altos cargos han suscrito el manifiesto que evidencia la fragilidad del sistema del 78. Nadie tuvo que hacer en Alemania un manifiesto de apoyo similar al canciller Helmut Khol, que se vió inmerso en un caso de corrupción que le acompañó en el ostracismo de sus últimos años de vida. La calidad de un sistema democrático se refleja sobre todo en situaciones como estas. Es desde ese punto de vista que el manifiesto es casposo, improcedente, desafortunado y vergonzoso. Poco edificante para la democracia española y de difícil digestión para todos aquellos que dicen defender sin ambages que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Poco edificante porque en nada ayuda a su hijo, hoy jefe del Estado. El reinado de Juan Carlos I está ya irremediablemente vinculado a la corrupción y ya no hay manera de que esta situación sea reversible. En contra de lo que pueda aparentemente parecer, el manifiesto juancarlista evidencia la debilidad del sistema institucional español, no su fortaleza.
El nombre de los firmantes recrea todo el arco iris parlamentario vinculado a la transición española. Así, hay desde un ministro franquista, como Rodolfo Martín Villa, hasta los que fueron ministros y presidentes socialistas Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra, Celestino Corbacho, Julián García Vargas, César Antonio Molina y Rodríguez de la Borbolla; los populares Esperanza Aguirre, Ana Pastor, Josep Piqué, Rafael Wert, Rafael Catalá, Ana de Palacio, Margarita Mariscal de Gante, Jaime Mayor Oreja; y los ex fiscales generales del Estado Hernández Eligio y Leopoldo Torres.
La confirmación del primer destino del emérito en el exilio, Emiratos Árabes Unidos, da una primera pista de los requisitos de los países por donde puede moverse Juan Carlos I: que no tengan un convenio de extradición con Suiza. Es evidente que esa es, en estos momentos, la principal preocupación tanto del monarca exiliado como del estrecho círculo que ha llevado su huida al extranjero. Justo en unos momentos en que ya se anuncian nuevas informaciones comprometedoras para el emérito para septiembre.