El anunciado tour de autopropaganda de los reyes por todas las comunidades autónomas ha pinchado en Catalunya incluso antes de que la visita haya tenido lugar. Primero tenía que ser el pasado viernes a Barcelona y Figueres, pero la ola de protestas organizadas por Òmnium, la ANC y diferentes partidos políticos obligó a desaconsejar la visita. Se cambió de día y se miró de rescatar la agenda para este lunes. El confinamiento voluntario impuesto en el área metropolitana de Barcelona y las recomendaciones de la Generalitat para rebajar los contactos descartó primero la capital catalana y dejó en el aire la visita al museo Dalí de Figueres.
También ha caído de la agenda la visita a Figueres ya que había terror a una amplia protesta en las comarcas gerundenses. Sobre la marcha, se improvisó el mismo viernes el monasterio de Poblet, ya que reúne unas condiciones muy favorables para que las protestas que se puedan llegar a realizar queden muy amortiguadas por la distancia en que se encontrarán los manifestantes y ello permita ofrecer una apariencia de normalidad.
Si el tour real tenía por objeto, como se decía desde su inicio en Canarias, apoyar la recuperación económica, dar las gracias personalmente a los colectivos más afectados en la lucha contra la pandemia y promover el turismo el de Catalunya no parece que reúna ninguno de sus objetivos. Cosa que sí ha sucedido, al menos en las visitas a Canarias, País Valencià, Castilla-La Mancha, Extremadura o Euskadi, donde los reyes han mantenido encuentros con empresarios, han entregado premios de diseño e innovación, se han reunido con hoteleros, han visitado museos, talleres ocupacionales e incluso una granja escuela.
El viaje a Catalunya está muy alejado de todo ello, un reflejo de la situación que atraviesa la monarquía en Catalunya, con un vacío total o prácticamente total de las autoridades catalanas, empezando por el Govern. Este mismo sábado el vicepresidente Aragonès se ha expresado en términos de gran dureza contra la monarquía señalando que hay que tumbarla por corrupta y la ha definido como una organización criminal. En este contexto, la visita casi clandestina a Poblet, donde ya estuvo en 2014 y en 1996, solo reforzará la idea de que a Catalunya no es bienvenido y que la monarquía es una institución ajena a la voluntad de los catalanes.