El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, acaba de anunciar que Felipe VI estará presente el próximo día 17 en los actos de homenaje a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils, que se saldaron con 15 muertos y un centenar de personas heridas. Ese anuncio llega después de que el monarca no hubiera sido invitado explícitamente por las autoridades catalanas ―que le consideran persona non grata― y de que el Ayuntamiento de Barcelona se pusiera también de perfil y no le cursara ninguna invitación. Faltan muchos días para esa conmemoración y tiempo habrá para hablar de la visita real y del silencio del Estado ante todo lo relacionado con el imán de Ripoll, confidente del CNI y responsable de la matanza.
Sin embargo, ahora que aún hay tiempo, las administraciones catalanas deberían reflexionar sobre el sentido exacto de los actos del 17-A, más allá del recuerdo de las víctimas, del reconocimiento y afecto a sus familiares y amigos. Porque sería un error no aprovechar el aniversario para reconocer lo que más allá de la tragedia fue motivo de orgullo: el funcionamiento de los servicios públicos y el esfuerzo de trabajadores de la administración y los voluntarios en medio de la desolación y la tristeza más absoluta.
Empezando por los Mossos d’Esquadra, que en aquellos días ganaron musculatura como policía de Catalunya y reconocimiento de la ciudadanía. Son sus responsables del momento quienes deberían estar en el lugar más destacado y de una manera muy especial el conseller Joaquim Forn y el major Josep Lluís Trapero, el primero en la cárcel de Lledoners y desde hace 275 días en una injusta prisión provisional, y el segundo procesado por la Audiencia Nacional por dos delitos de sedición y de pertenencia a organización criminal. No me cabe duda que el Govern sabrá dar respuesta el dia 17 a esta extravagante situación a partir de unas acusaciones judiciales de delitos inexistentes, como ha dejado claro la justicia europea.
Aquella trágica jornada convirtió a Catalunya en un país gigante en la respuesta política, ciudadana y policial. Por más toneladas de basura y de notas fabricadas para la ocasión que los medios unionistas lanzaron para desacreditar a los Mossos y al Govern. Por eso el homenaje debe ser también a Forn y a Trapero, a los que el Estado ha perseguido con una saña injustificada.