No hay ninguna duda que los primeros que tendrían que haber alzado su voz contra los diferentes gobiernos españoles de las últimas décadas tendrían que haber sido, desde hace mucho tiempo, los empresarios, pequeños y grandes, del arco Mediterráneo. Desde Algeciras a Portbou. Cuatro autonomías -Catalunya, País Valencià, Murcia y Andalucía- generadoras de una parte importante de la riqueza española y sometidas al escarnio de la voluntad política del gobierno de turno que ha preferido impedir el crecimiento económico del espacio más dinámico antes que impulsar la mayor red española de pasajeros y mercancías. Porque en última instancia, son los gobiernos los que deciden. Y alguien -algunos- han decidido durante muchos años poner sordina a las demandas primero catalanas y después, una a una, de todos los demás territorios.
¿Alguien duda que si el Estado español hubiera querido llevar a cabo el Corredor Mediterráneo haría años que estaría finalizado? Es de una gran ingenuidad pensar lo contrario. Pero claro, la política tiene otros designios. Y, para el gobernante, votantes en todos sitios. Primero hubo que llevar el AVE de Madrid a Sevilla; después, intentar que el corredor central fuera por delante del mediterráneo; más tarde, impulsar el AVE a Galicia; y, finalmente, convertir la Alta Velocidad ferroviaria en España en una especie de tómbola. Así, por ejemplo, en Zamora, Otero de Sanabria, un pueblo que unos dicen que tiene 26 habitantes, otros 28 y unos últimos, 30, tendrá una parada de AVE cuyo presupuesto es de 4,2 millones de euros. No vale la pena seguir, pero con esta política tan solo se ha logrado este titular y es del ABC: "España es el país con más kilómetros de AVE por habitante, pero el de menos pasajeros".
Ahora, en Tarragona se han reunido empresarios catalanes y valencianos y han reclamado al Gobierno español que se ponga manos a la obra. Se han perdido más de 20 años, se ha presentado a Europa un proyecto que lejos del sentido común de lo que todo el mundo entiende como Corredor Mediterráneo -el que circula principalmente paralelo a la costa mediterránea- alguien lo ha hecho pasar por Madrid y ha destinado fondos europeos. ¿Y eso por qué? Porque, como muy bien dijo el ministro Catalá la semana pasada en una visita a València, en esto del corredor mediterráneo hay un punto de exageración respecto a su importancia estratégica. Y se quedó tan tranquilo después de tamaña barbaridad. Y, lo que es peor, el Gobierno también.