El diario The Courier, que se edita en Dundee, la cuarta ciudad de Escocia, acaba de adelantar que la ministra principal, Nicola Sturgeon, pedirá en muy pocas semanas a Londres un segundo referéndum de independencia después del acordado en su día por Alex Salmond y David Cameron para que se celebrara en 2014, y que perdieron los partidarios de la separación del Reino Unido. El movimiento de Sturgeon que, en parte, tiene su origen en la victoria del Brexit y el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea, aunque el Partido Nacional Escocés (SNP) en privado siempre ha alimentado sus aspiraciones de una nueva consulta a la vista de los incumplimientos políticos de Londres, llegaría en un momento crucial para las aspiraciones de Catalunya y el deseo del Govern de celebrar el referéndum antes de que finalice el próximo mes de septiembre.
Tan relevante como la voluntad del gobierno escocés ha sido la respuesta del ejecutivo británico. Un portavoz de Downing Street ha señalado que no debería haber un segundo referéndum ya que el primero fue claro, decisivo y legal, pero no ha ido más allá. La política británica tiene respuestas educadas ante situaciones incómodas y ésta es una de ellas para el gobierno conservador de Theresa May, que tiene que activar todo el proceso del Brexit en medio de una debilidad política evidente y con importante sectores económicos de Londres seriamente preocupados por la evolución de su economía.
Habrá que estar muy atentos a los movimientos de Sturgeon que en muy poco tiempo al frente del gobierno de Edimburgo ya ha sido calificada por la BBC como la mujer más peligrosa de la política británica y por otros medios como la política que quiere acabar con el Reino Unido. El tablero de Bruselas está expectante -quiere a Escocia en la UE- pero el de Madrid también -no quiere una Escocia independiente en la UE- y, de hecho, el gobierno de Mariano Rajoy ya ha hecho saber a las instituciones comunitarias que su voto sería contrario "hoy y siempre". Pero "siempre" en política no existe. Y dos referéndums de independencia en el horizonte europeo de los próximos tiempos tienen más fuerza que uno. Eso, seguro.