Leyendo los medios de comunicación de Madrid, oyendo radios, viendo televisiones o escuchando al Partido Popular y a Ciudadanos, uno pensaría que la célebre frase de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría referida a la supresión del Diplocat y pronunciada hace unos meses bien la podrían considerar todos ellos referida a España después de la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa; tales son los ataques hacia el que denominan "gobierno Frankenstein". Su patriotismo los lleva directamente a ver una "España en li-qui-da-ció".
Todo eso en un momento, además, que ya se ha levantado el artículo 155, el Govern ha tomado posesión este sábado y será a partir de ahora cuando se podrá empezar a conocer su musculatura política y sus prioridades sectoriales. El hecho de que los gobiernos de Madrid y de Barcelona prácticamente inicien su singladura al unísono debería servir, al menos desde la perspectiva catalana, para saber muy rápidamente si existe una posibilidad de revisión de la política española respecto a Catalunya.
Que nadie se equivoque: Catalunya tiene demandas que no son del Govern, sino de los ciudadanos. Las dos citas con las urnas del 1 de octubre y del 21 de diciembre han sido claras al respecto. No va a ser suficiente con una política de distensión por parte de Pedro Sánchez y, más que nunca, el independentismo catalán va a necesitar pruebas y hechos concretos. Si no es así, la trayectoria del Ejecutivo socialista va a ser la más breve de la historia de España. A eso van a jugar el PP y Ciudadanos: derribar a Sánchez, enarbolar una España lo más nacionalista posible y precipitar una cita con las urnas.
Hay muchas, muchísimas, posibilidades de que el caos se instale en la política española si Sánchez no toma riesgos. Eso lo sabe todo el mundo. Incluso su más fiel aliado, el PSC de Miquel Iceta, cuyos militantes acaban de votar sacar a una alcaldesa de izquierdas en Badalona para pactar con el PP de Albiol y Ciudadanos una moción de censura. Los militantes socialistas la han apoyado con más del 90% de síes, un porcentaje que no deja lugar a dudas sobre qué alianza quieren los militantes socialistas de Badalona. Oído al dato, para despistados y bien intencionados. Solo un pero: si Iceta saca a Rajoy de la Moncloa con sus diputados en Madrid y consigue que, al final, los 11 concejales del PP le den la alcaldía al PSC —como le ha ofrecido Albiol—, que solo tiene tres, habrá logrado competir con el PNV en el pódium de hazañas políticas. Eso sí, con un listón ciertamente muy bajo de coherencia política.