Tiene suerte Cristiano Ronaldo de jugar en el Real Madrid. Comparativamente con Leo Messi no hay color. El madridista parece tener una serie de vigilantes en la sombra que se preocupan de que sus problemas no emerjan nunca a la luz pública. O, al menos, que no lo hagan como en el caso del jugador argentino, juzgado y condenado por evasión fiscal. La ley debe ser igual para todos y si Messi era culpable, como así quedó probado en la Audiencia de Barcelona, su condena es justa. Los deportistas estrella, admirados por legiones de seguidores, deben ser un ejemplo no solo en el terreno de juego.
Pero, ¿qué pasa con Ronaldo? ¿Qué sucede con su supuesta evasión fiscal denunciada de 150 millones a un paraíso fiscal en el Caribe y con el hecho de que la Agencia Tributaria se encargó, según Hacienda, de realizar las inspecciones necesarias? ¿Cómo puede ser que el Ministerio no conteste las preguntas parlamentarias que le formula Podemos y no suceda nada? ¿Quién protege al Real Madrid? Eso por no decir que no guarda proporción el tratamiento mediático ofrecido por prensa, radio y televisiones al caso Messi (la noticia figuraba entre las más destacadas de los medios) y el caso Ronaldo (que acaba casi siempre en la sección de deportes y con un tratamiento discreto).
En las últimas fechas, el semanario alemán Der Spiegel y Football Leaks han destapado un escándalo que involucra al futbolista portugués en una presunta agresión sexual en un hotel de Las Vegas. Lo primero que se publicó fue que había pagado 258.000 euros a la víctima para que guardara silencio y así evitar el juicio, y ahora se ha conocido una carta que la víctima, la norteamericana Susan K., le habría enviado y en la que relata con crudeza el comportamiento del futbolista. Obviamente, el escándalo está servido, por más que desde Madrid se trate de restar importancia a la supuesta agresión sexual. Por más que los resortes del club trabajen día y noche para que no se hable del tema.