Al final, no ha sido así. Los fantasmas del pasado se han colado en la recta final de la campaña vasca y el gran elefante ha entrado a muy pocas horas de que los vascos acudan a las urnas el próximo domingo. ETA, su condición de organización terrorista y el rechazo a sus asesinatos han protagonizado un intenso cuerpo a cuerpo entre Pello Otxandiano, el candidato de Bildu, e Imanol Pradales, el cabeza de lista del PNV, por el otro. Ello debido, en parte, a la resiliencia de Bildu, que ha mantenido, al menos hasta ahora, durante toda la campaña, la condición de favorito en los comicios del día 21. Lo que, frente al empuje y los tentáculos del PNV, no ha dejado de ser una sorpresa. Mientras eso sucedía, los socialistas entraban en modo pánico, ya que el escenario de Bildu como primer partido del País Vasco complicaría, aunque se acabaría haciendo, el gobierno PNV-PSE que está negociado y acordado desde hace muchos meses y nadie discute, más allá de escenas que tienen mucho de postureo y poco de realidad.
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De las decenas de encuestas que se han publicado en las semanas de esta intensa campaña electoral en el País Vasco, todas han tenido un eje similar: Bildu podría ganar, por primera vez, las elecciones autonómicas. No podría gobernar pero sí obtener la primera posición y realizar un sorpasso histórico al PNV. Esa posibilidad ya llevó a desplazar a Iñigo Urkullu, lehendakari desde 2012 y ganador de tres elecciones consecutivas. Un currículum que se consideró insuficiente para aspirar a un cuarto mandato, ya que el desgaste parecía evidente. Pero Bildu resistió este movimiento y ha sabido ensanchar su base electoral con antiguos votantes de la izquierda de Podemos, de Sumar y también del PSE, a los que se les ha ofrecido un puente para transitar mucho más basado en parámetros de izquierda que nacionales.
No sería la primera vez que el foco madrileño está muy alejado de lo que sucede en el País Vasco o en Catalunya
Un error de Otxandiano dejando abierta la definición de ETA como banda terrorista ha abierto un debate, veremos si solo mediático y político o también ciudadano, sobre el pasado del País Vasco. Incluso el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha terciado en la polémica intentando poner contra las cuerdas a Bildu y mirando de hacer volver a sus espacios originarios a los posibles votantes que pueden haber cruzado ya la frontera. De ahí el reproche a la izquierda abertzale por no calificar a ETA de banda terrorista y su insistencia en que hay que llamar a las cosas por su nombre. Aunque es un movimiento de campaña en clave más emocional que política, los ha puesto nerviosos a todos, ya que es una tecla que hasta ahora los sondeos no han podido evaluar. Lo cierto es que el candidato de Bildu ha tenido que matizar ligeramente sus primeras declaraciones y ha salido de la política de perfil tranquilo y sin estridencias en que se encontraba.
Ha pasado mucho tiempo desde que el 20 de octubre de 2011 la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA) realizara el anuncio del cese definitivo de su actividad armada. Es posible que la sociedad vasca tenga muchas menos ganas de mirar el pasado de lo que a veces parecen tener algunos sectores de la sociedad española y, sobre todo, sus principales partidos políticos. El hecho de que Pello Otxandiano no haya pasado de calificar de grupo armado a ETA, de acuerdo con los cánones establecidos en el lenguaje de la izquierda abertzale, igual acaba llenando muchos minutos de las televisiones españolas con un ínfimo impacto en Euskadi. No sería la primera vez que el foco madrileño está muy alejado de lo que sucede en el País Vasco o en Catalunya. Y a la hora de la verdad, ambas sociedades ven las cosas de manera muy diferente.