Las exportaciones de las empresas catalanas han cerrado un mes de septiembre de récord, el mejor trimestre -de julio a septiembre- y las mejores cifras de venta al exterior durante los primeros nueve meses del año. Son datos del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad que dirige Luis de Guindos y, por tanto, exentas de cualquier maquillaje del Govern que, por otra parte, tampoco existe, ya que Mariano Rajoy ha utilizado la Fiscalía para llevar a prisión a todos sus miembros, excepto el president Puigdemont y cuatro consellers exiliados en Bruselas.
Los datos son especialmente importantes por dos motivos: en primer lugar, porque la economía catalana, por lo que se refiere a las exportaciones, continúa imparable. El hecho de que sea en un mes tan agitado como septiembre -el 1 de octubre se celebraba el referéndum de independencia, origen de todos los males económicos, según el gobierno español- demuestra hasta qué punto la economía catalana tiene fuelle. En segundo lugar está el hecho evidente de que no es la política catalana la que desestabiliza su economía sino el intrusismo de la política española la que afecta decisivamente a la economía catalana. Se han ido empresas de Catalunya fruto de la situación política, cierto. Pero, quien puede negar a estas alturas que el gobierno español propició y alentó muchos de estos traslados corporativos, sobre todo de las compañías más significativas?
De nada sirve que ahora se demande que no haya boicot a las empresas catalanas desde el mismo Consejo de Ministros cuando se ha estimulado la marcha y se han establecido regulaciones ad hoc para poder saltarse trámites de la legislación. El daño que podía hacer el Estado español a la economía catalana ya lo ha hecho y está afectando muy directamente al turismo, a la ocupación hotelera y al consumo. En este sentido, las imágenes del referéndum fueron demoledoras y la intervención policial desgarradora a la hora de generar un estado de ansiedad y de preocupación en la imagen de la capital catalana. ¿Quién viaja a una ciudad así o a un país cuyos gobernantes han sido encarcelados como si fueran unos malhechores?
Son las exportaciones por un lado o el Port de Barcelona que dirige Sixte Cambra por otro, que también ha registrado el mejor trimestre de su historia y se ha situado como el puerto europeo que más ha crecido en tráfico de contenedores. Por cierto: ¿qué fue de aquella entrada en tromba en el Port de Barcelona el pasado mes de febrero y que retuvo durante diez horas a Cambra y de la que nunca más se supo? Somos capaces de imaginarnos qué sucedería si la potencia de la economía catalana pudiera actuar sin las trabas con las que siempre se encuentra y tener el apoyo permanente de los poderes públicos en vez del ahogo financiero de Montoro o el secuestro de sus instituciones?