La Asamblea de Extremadura ha aprobado este jueves una iniciativa legislativa en la que se explicita el apoyo del pueblo extremeño al gobierno español para que aplique de nuevo el 155 y suspenda la autonomía catalana, por el tiempo que haga falta, tome el control de TV3 y recupere las competencias en beneficio del Estado que sean necesarias. O sea, que lleve a cabo otro golpe de Estado contra Catalunya. La iniciativa del PP ha tenido el apoyo de Ciudadanos y también del PSOE. De los 65 diputados de la Cámara, 30 son socialistas y tienen la presidencia del gobierno autonómico, 27 son del PP y un par de Ciudadanos. Los seis que no la apoyaron son de Podemos.
La iniciativa de la Asamblea de Extremadura, la primera de este nivel que se produce en España, demuestra varias cosas: el PP y Ciudadanos no piensan dejar ni un minuto de disputarse la bandera del "¡A por ellos!". Hoy en Extremadura, mañana en cualquier lugar de España. En segundo lugar, muchos barones importantes del PSOE piensan exactamente igual, y el presidente autonómico, Guillermo Fernández Vara, es uno de ellos. Como lo son los también presidentes socialistas de Aragón, Javier Lambán, y de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
Tercero. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, carece de autoridad en un PSOE en que cada uno va por libre o bien deja hacer ante la irritación de sus barones. En cualquier caso, el diálogo real entre el independentismo y la Moncloa limita con esta realidad monolítica e invariable. Nunca sale de puerto en condiciones de iniciar una travesía. Como mucho, un liviano paseo de recreo. Estamos en un diálogo de gobiernos sin ningún tipo de avances reales. Otra cosa es que se quiera adoptar el laissez faire, laissez passer como estrategia.
Cuarto y último. Los hechos de Girona han sido muy graves por lo que suponen de atentado a las libertades, impropio de un estado democrático. El clamoroso silencio de la Delegación del Gobierno español en Catalunya o las inaceptables explicaciones del Ministerio del Interior por la actuación policial se parecen como el reverso de una moneda a lo que burdamente suscriben los socialistas extremeños. Es obvio que después de Andalucía, el PSOE ha entrado en pánico, pero ello no puede recaer en las espaldas del Gobierno si no quiere quedar sepultado por la incomprensión o el desánimo de los suyos.