A mediados de esta semana, el Govern de Catalunya dará a conocer la fecha del referéndum de independencia y la pregunta binaria que someterá a votación de los ciudadanos y que contendrá las tres palabras claves: república, Catalunya e independiente. Se pondrá así en marcha una dinámica unilateral, ni buscada ni deseada por el president Puigdemont, ante la clamorosa e imprudente incomparecencia política del gobierno español en cada uno de los pasos que iba dando el procés. No es este el camino, ni es esta la respuesta, de otras democracias ante una demanda tan persistente en el tiempo como la catalana. Y habrá que tenerlo en cuenta y seguirlo explicando en todos los foros en los que se pueda, en todas las cancillerías que quieran escucharlo y en todas las entrevistas que realicen Puigdemont, Junqueras y Romeva.
Todas y cada una de las ofertas de Carles Puigdemont a Mariano Rajoy para sentarse a negociar han tenido la misma respuesta negativa y el gobierno español, en cambio, ha apostado por una judicialización de la vida política y por llevar ante los tribunales a los responsables políticos del mundo independentista. Como era previsible desde el principio, esta estrategia estaba condenada al fracaso, ya que el descabezamiento de algunos de los liderazgos del mundo independentista no iba a cambiar sustancialmente nada por más que la Fiscalía, el Tribunal Constitucional y los tribunales de justicia se activaran al unísono. Al contrario, el camino hacia atrás se acababa convirtiendo en imposible para los encausados y sus partidos.
La última comunicación del presidente de la denominada Comisión de Venecia, que cada parte ha interpretado como ha querido, tiene dos elementos positivos para el Govern catalán: insiste en la vía del diálogo y recuerda el marco de las constituciones. Nada está en contra de lo que viene sosteniendo la Generalitat y de lo que afirmaran en un manifiesto más de 600 juristas catalanes: el marco legal español permite el referéndum. Si no se hace, las razones son políticas. Así ha sido desde el principio aunque esta verdad haya desaparecido de la faz de la tierra (española). Pero se ha preferido hablar de golpes de estado y proferir todo tipo de amenazas. Olvidando que la estrategia del miedo y de la fuerza no achanta como hace 40 años. Y que el marco político de la transición ya ha saltado en Catalunya por los aires.