No me atrevería a decir que Alberto Núñez Feijóo es el típico gallego que no se moja, sobre todo para que por el noroeste de la Península no se molesten. Pero a medida que pasa el tiempo, parece un calco de Mariano Rajoy: esquivar los problemas y pensar que las complicaciones ya se arreglarán solas. Quizás, la única diferencia es la pasión por los deportes, faceta en la que Rajoy le saca varios cuerpos de ventaja: el expresidente maneja con aplomo los nombres y los equipos de casi todas las disciplinas deportivas, ya sea fútbol, ciclismo, tenis o cualquier otra. Tanto es así que las únicas colaboraciones regulares de Rajoy en prensa son sus artículos comentando el Tour de Francia. Feijóo ha despedido el año en Madrid con la tradicional conferencia de prensa con la que ha cerrado el curso político y ha estado parco en dar titulares e incluso los ha servido contradictorios para que cada medio escoja a gusto del consumidor. El tema estrella, Carles Puigdemont y los acuerdos con Junts. El objetivo a batir, Pedro Sánchez y el PSOE.
A Feijóo siguen sin salirle los números para una moción de censura y además tiene a su necesario aliado Vox con buenos datos en las encuestas y cada vez planteándole más problemas en las comunidades autónomas en las que gobiernan conjuntamente. Los ejemplos del País Valencià, Castilla-León o Baleares ilustran perfectamente cual es la situación. Y de manera descarnada la del País Valencià, donde el PP tiene que proteger a Carlos Mazón todo lo que pueda ya que Vox no investiría un nuevo presidente de los populares e ir a elecciones sería una tragedia para éstos, ya que el alza de Compromís podría revitalizar las opciones de un pacto de izquierdas. Tan felices como se las prometían antes de la DANA habiendo recuperado un feudo histórico de los Zaplana y los Paco Camps y ahora todo está en el aire. También aquí Feijóo ha actuado no actuando y dando tiempo a que las cosas se resitúen. Ha hecho lo propio en Catalunya, donde es manifiestamente sabido que si tuviera un sustituto para Alejandro Fernández que le garantizara la victoria en el congreso del partido, el relevo ya se hubiera producido. Pero Fernández ha blindado la organización catalana con gente de su confianza y Feijóo teme, lógicamente, un revés.
Feijóo sabe que solo tiene una oportunidad más para acceder a la Moncloa: moción de censura o ganar con más holgura las elecciones
Pero, repito, el tema estrella ha sido su alianza con Junts en el Congreso de los Diputados en diferentes asuntos económicos y, de manera destacada, en el impuesto a las energéticas. Aquí Junts ha encontrado el equilibrio perfecto entre defender inversiones en Catalunya de las empresas a cambio de suprimir la prórroga del impuesto que quería llevar a cabo el gobierno de Pedro Sánchez. Lo mismo ha hecho el PNV en el País Vasco. El resultado final es que ha habido un juego de intereses compartido y que el presidente del PP, después de reunirse con la cúpula de Foment en Barcelona y animado por los empresarios catalanes, se decidió a abrir conversaciones discretas con Junts que han dado para los populares el principal resultado que no es otro que infligir el máximo número de derrotas a Sánchez. El impuesto ya es un tema muerto por más que tiene que quemar su última etapa con la convalidación del real decreto que Sánchez aprobó para satisfacer a los partidos a su izquierda —ERC, Bildu y Podemos— y que las Cortes rechazarán en enero.
Si Feijóo aquí trazó un camino para acuerdos con Junts, inmediatamente se fue al otro extremo al asegurar que Pedro Sánchez más que hacerse entrevistas con Puigdemont en Bruselas, lo que tendría que hacer es detenerlo. No sé como quiere que lo haga, porque más que ha hecho el Estado español para la extradición del president en el exilio es difícil de hacer y el resultado a la vista está: todas las demandas de extradición se han saldado con la derrota de la justicia española. Pero más allá de esta frase, como lo que cuentan son los resultados, lo cierto es que por primera vez se han abierto unos carriles por los que puede circular la relación entre Junts y el PP y el tiempo dirá si conducen a algún sitio o, por el contrario, no hay trayecto posible más que en cosas puntuales. Feijóo sabe que solo tiene una oportunidad más para acceder a la Moncloa y que sus opciones se condensan en ganar una moción de censura o hacerlo con más holgura que en 2023 en las elecciones generales. No tendrá una tercera oportunidad: eso es seguro. Aunque también puede pasarle que la segunda oportunidad se le acabe evaporando mientras decide qué pasos son los que ha de dar.