Hay dos formatos informativos que en Madrid han triunfado de lleno y que en Barcelona se han quedado a medias. Los desayunos con políticos o empresarios, y, por la tarde, los cócteles y las presentaciones, ya sean de libros o como debate entre dos conferenciantes. No es que en Barcelona no se hagan, sino que en Madrid lucen más, ya que el poder económico, empresarial, diplomático o incluso político se deja ver más frecuentemente; no en vano, en los corrillos que se forman siempre se puede pescar alguna cosa. El poder también es esto: que la gente que manda sepa que tiene que salir de sus despachos y disponer del BOE no es cualquier cosa a la hora de mover, por ejemplo, a los máximos responsables de las empresas reguladas. Pero claro, no es lo mismo tener el BOE que el DOGC.
Este jueves tuvo lugar en Madrid uno de estos debates entre dos viejas glorias necesitadas de afecto y de permanente reconocimiento. Felipe y Aznar como pareja, tienen su morbo. Han pasado del odio más absoluto a hacer bolos conjuntamente. Quién lo iba a decir que después del "váyase señor González" con los años acabarían haciendo manitas. Los señores de la transición y de la Constitución unidos contra la voluntad del pueblo de Catalunya. El caso de González es bien curioso: ha pasado de hacer bolos con Jordi Pujol hablando fundamentalmente de Europa, a principios de siglo, y de debatir con Artur Mas como pareja sobre una solución para Catalunya, a cerrar el círculo haciendo tique con Aznar hablando de Catalunya desde la misma orilla de análisis del problema.
Pues bien, habla Felipe dirigiéndose a Aznar: "Catalunya está más cerca de perder autonomía que de ganar independencia". Y el rígido expresidente del PP parece mover su transparente bigote bendiciendo la ocurrencia. Como antes, cuando ha dicho hablando del independentismo que "el sentimiento no genera derechos". Son frases del uno y del otro, aunque bien pudieran ser del otro y del uno. ¿Quién es Epi? ¿Y quién es Blas? Cuesta distinguirlos en esta metamorfosis en la que el futuro solo puede ser como el pasado. O peor.
Entre tanto chat judicial, que, lejos de sorprendernos, nos confirma cosas, tampoco debe extrañar que González y Aznar salgan a decirnos que cuidadín que el próximo 155 será incluso peor que el de Mariano Rajoy. Siempre amenazando. España no dialoga nunca si no es entre los que piensan igual.