Para los que leímos entre estupefactos y perplejos cómo un ministro del Interior y un director de la Oficina Antifrau de Catalunya hablaban con total impunidad de usar fiscales para que afinaran cosas, la noticia de que el fiscal jefe anticorrupción, Manuel Moix, intentaba relevar al fiscal Carlos Yáñez, que está llevando el peso de los interrogatorios que han acabado en la cárcel con Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid y del PP madrileño, no debería ser una gran sorpresa. En todo caso, una constatación más del uso que está haciendo el Gobierno y el ministro de Justicia del máximo de resortes posibles ante un caso que está abriendo en canal la formación conservadora y está cuestionando el papel de las dos muletas parlamentarias de Rajoy, el PSOE comandado en la sombra por Susana Díaz y, por otro lado, los Ciudadanos de Albert Rivera.
Tan solo la rebelión de la junta de fiscales anticorrupción enmendando la decisión de un superior y alineándose con el fiscal Yáñez ha evitado un auténtico atropello jurídico. El caso se convierte aún en mucho más grave por el hecho de que el fiscal Moix aparece en diversas grabaciones conocidas estos días entre el presidente madrileño hoy entre rejas y el ministro de Justicia, Rafael Catalá. Así conoce González, ya imputado en aquel momento por el caso del ático de Marbella, el futuro nombramiento de Manuel Moix como fiscal jefe anticorrupción.
Solo en un país en que la oposición ha decidido no hacer de oposición y dedicarse a sus labores es normal que sucedan este tipo de cosas y que el Gobierno encuentre un terreno abonado para moverse a sus anchas y sin ninguna formación política que le cuestione nada en serio. Tan solo Podemos ha entrado al trapo y ha presentado diferentes iniciativas parlamentarias. Obviamente, el caso más dramático es el del PSOE, que descabezó hace unos meses a Pedro Sánchez e inició un flirteo con el PP para situar a la presidenta andaluza en la cúspide de la organización. El problema ha surgido cuando Sánchez, desahuciado hace unas semanas de las primarias que celebrará el PSOE el próximo 21 de mayo ya que Díaz cabalgaba a lomos de un Rajoy sin problemas, ha recuperado opciones ante la aparición de nuevos casos de corrupción del PP.
Y es a partir de este momento cuando los números no les empiezan a salir a Rajoy y Díaz. Como suele suceder en estos casos, se cometen errores, se desatan los nervios y se intenta cambiar el relato informativo. Pero los Pujol ya no tiran como antaño y el caso Llach, por más que se hinche, es un tema menor. Durarán pocos días en las televisiones. En cambio, la batalla del PP nos acabará ofreciendo nuevos e interesantes espectáculos. Y, si no, al tiempo.