Aunque los socialistas catalanes han doblado su cuota en el Consejo de Ministros y han pasado de tener a Miquel Iceta en el Ministerio de Administraciones Públicas a contar con dos representantes, el mismo Iceta en Cultura y la ex alcaldesa de Gavà Raquel Sánchez en el poderoso Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, está por ver que eso tenga alguna traducción práctica en la influencia del PSC en el Ejecutivo y en la solución del conflicto entre Catalunya y España. Pedro Sánchez ha premiado a Salvador Illa con un rostro nuevo del PSC para los próximos tiempos y le ha dejado todo el mando en plaza en dos cuestiones que los socialistas catalanes van a jugar a fondo: la nueva pista del aeropuerto de El Prat y los Juegos Olímpicos de invierno Barcelona-Pirineos.
Sobre el aeropuerto el ministerio clave es Transportes, de Raquel Sánchez, que, en vísperas de su nombramiento como ministra, cambió su posición como un calcetín, y pasó de la oposición a la ampliación a avalarla con la idea de un futuro aeropuerto ejemplo de equilibrio y consenso. En el caso de los JJ.OO., dos ministerios, además de Presidencia, son decisivos: también Transportes y Cultura y Deportes, donde ha ido a caer el incombustible Iceta. Aeropuerto y JJ.OO. tienen además en común la incomodidad de Esquerra Republicana, que tenía un calendario más lento en la toma de decisiones ya que no quiere verse atrapada junto a PSC y Junts y con un bloque en contra de comunes y la CUP. De ahí nació la primera votación diferente en el Parlament el pasado jueves entre los dos socios del Govern y con los Juegos Olímpicos de invierno como telón de fondo.
Si el PSC juega bien sus piezas tiene camino para recorrer e Illa para consolidarse como interlocutor preferente del empresariado catalán en Madrid y abordar en serio el histórico déficit en infraestructuras. Es la primera vez que los socialistas catalanes van a disponer de un ministerio inversor como ningún otro y, por tanto, la oportunidad de cambiar la dinámica existe y, con ello, dar vida a las comisiones entre el Estado y la Generalitat propias de un estado autonómico.
La asignatura sigue siendo para Sánchez cómo sale de este bucle y encuentra mimbres para llevar a la mesa de negociación entre los dos gobiernos que debe abordar el conflicto político y que no va de aeropuertos y JJ.OO, sino de amnistía, referéndum y derecho a la autodeterminación. Esa es la verdadera asignatura y el muro infranqueable para el que no existe aún una llave maestra que permita vislumbrar un terreno de juego entre dos posiciones tan abismalmente separadas. El máximo que se plantea Madrid en un escenario final está muy por debajo del que Catalunya puede plantearse aceptar sin que sea un suicidio político del independentismo.