Hay una norma no escrita en periodismo que viene decir que cuando una cosa sucede muy a menudo acaba no siendo noticia. Y ese es el principal riesgo que puede haber en la judicialización de la vida política catalana: Que acabe siendo normal lo que no lo es. Y que, al final, situaciones muy graves y que reflejan un deterioro de la democracia en España acaben teniendo un tratamiento informativo de baja calidad. El caso del concejal de la CUP de Vic Joan Coma ha sido un reflejo de esta situación y los seis principales diarios españoles impresos -dos de ellos editados en Barcelona- no lo han recogido en sus primeras páginas este jueves.
¿La esperpéntica declaración de los huevos y la tortilla a petición del fiscal, las horas que pasó esposado, su paso por la celda de la Audiencia y el ser concejal de Vic no era suficiente? Claro que lo era, pero no estaba en ninguna de estas primeras páginas. Por el contrario, había otras noticias claramente prescindibles y tenían muchas de ellas un nexo común: eran inocuas informativamente hablando.
El cierre de la instrucción por parte del Tribunal Supremo del caso de Francesc Homs por la consulta participativa del 9-N de 2014, y su más que seguro procesamiento por su actuación siendo conseller de la Presidència, es igualmente una situación de enorme gravedad en un país democrático. Como lo son los juicios ya anunciados de Mas, Ortega y Rigau y la declaración que ya ha prestado ante el TSJC la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Homs se sentará en el banquillo y la Fiscalia General del Estado, por los delitos de desobediencia y prevariación, pedirá diversos años de inhabilitación y una cuantiosa multa.
Esta via represiva no está rebajando la tensión -es una evidencia- ni desmovilizando el independentismo. Al revés: el Estado se está cerrando márgenes de negociación. Mientras, en el Parlament, Junts pel Sí y la CUP pactan la ley que tiene que ser la piedra angular de desconexión de Catalunya con el Estado. Un paso más, pero muy importante.