El Govern de Salvador Illa no ha ofrecido aún un calendario preciso respecto a la presentación de sus primeros presupuestos en el Parlament y tan solo se conoce la voluntad expresada públicamente de querer tener aprobadas las cuentas públicas de Catalunya antes del 1 de enero de 2025. Un objetivo loable, pero un ejercicio a día de hoy aparentemente más voluntarista que real, habida cuenta de que el mes de octubre está próximo a caducar. Aunque en los últimos años, tanto en España como en Catalunya, se ha ido dejando de lado algo tan prioritario en cualquier país de nuestro entorno, como que a cada ejercicio fiscal le corresponden unos nuevos presupuestos, en esta ocasión, si cabe, son más urgentes que nunca, ya que las cuentas para 2024 fueron rechazadas el pasado febrero, como se sabe, al no contar el govern de Pere Aragonès con el voto de los Comunes, lo que desencadenó el adelanto electoral. Cuando llegó Salvador Illa a la Generalitat, el pasado mes de agosto, con buen criterio, optó por no presentar unos nuevos, por los cinco meses que faltaban de este año, y concentrarse en los de 2025.

Aunque la consellera de Economia, Alícia Romero, abrió negociaciones con Esquerra a la vuelta del verano, todo hace pensar que se ha avanzado poco y que, además, el congreso de ERC de finales de noviembre es un impedimento más para iniciar la tramitación, ya que es difícil saber con quién tiene que negociar el PSC: sí con la actual dirección de Marta Rovira, que fue la que facilitó la investidura de Illa, o con la lista presumiblemente ganadora del próximo congreso y que lidera Oriol Junqueras. Eso si no se produce una gran sorpresa y en una segunda vuelta acaba apareciendo con una fuerza hoy imprevista la lista de Foc Nou, que lideran Helena Solà y Alfred Bosch, y que en las últimas horas ha sumado el apoyo del exalcalde de Lleida Miquel Pueyo y de la exconsellera Dolors Bassa. Esa prudencia es, en parte, explicable. Pero quiere decir que se acepta que los presupuestos, al final, no estén aprobados, en el mejor de los casos y como muy pronto a finales de enero. Siempre es molesto el recordatorio para cualquier gobierno, pero la última vez que los presupuestos se aprobaron en tiempo y forma fue siendo conseller de Economia Jaume Giró, en 2021. Para la vez anterior, hay que remontarse a la presidencia de José Montilla con las cuentas de 2010. Vamos, una eternidad.

Es difícil saber con quién tiene que negociar Illa los presupuestos en ERC: si con la dirección de Marta Rovira o con la lista de Junqueras

Se da, además, una circunstancia que debería ayudar al govern de Salvador Illa a presentar las cuentas en el Parlament aunque no haya cerrado el acuerdo con Esquerra, y es el compromiso de la investidura de un acuerdo de financiación singular para Catalunya. Es obvio que una cosa lleva a la otra. O, mejor dicho, sin presupuestos en Catalunya no puede haber financiación singular, de la que no se sabe nada más que el titular y que debe coger en algún momento de los próximos meses una velocidad diferente si se quiere aplicar en la declaración de renta de 2025 y que se presenta en Hacienda en 2026. El hecho de que la investidura pivotara sobre la financiación singular asegura a Salvador Illa los votos de Esquerra, mande el sector Rovira o el sector Junqueras, ya que no tirarán a la papelera a las primeras de cambio una cuestión de la que han hecho tanta bandera. En resumen, especular sobre una posible no aprobación de los presupuestos de 2025 no tiene, hoy por hoy, ningún sentido aunque tanto Esquerra como los Comunes hagan, en su momento, las contorsiones políticas necesarias para aparentar una gran influencia en el diseño de las cuentas.

Establecidas las bases de lo que debe ser, al menos en la primera parte de la legislatura, la mayoría parlamentaria de Illa, habrá que ver qué papel juega Junts per Catalunya  y su capacidad tanto para erigirse en alternativa real al PSC como para desestabilizar los acuerdos entre el president socialista y Esquerra. El partido de Carles Puigdemont ha aceptado participar en la ronda de contactos con la consellera Romero sobre los presupuestos aunque no hay posibilidad alguna de que los acaben validando. En cualquier caso, es una manera también de fijar sus prioridades económicas ante la opinión pública catalana, tanto en lo que respecta a toda la carpeta sobre los impuestos como las ayudas a los sectores en los que Junts tiene una gran capilaridad electoral. También en aquellos de ámbito español, pero con fuertes inversiones en Catalunya, en los que después de muchos años ha decidido volver a ganar peso e influencia.