A expensas de una confirmación oficial del Grupo Volkswagen, Catalunya habría perdido definitivamente la batalla por la instalación de la planta de fabricación de baterías eléctricas en beneficio de Sagunt, un proyecto, sin duda, emblemático y que era muy importante para el Govern, los sindicatos y la patronal. La candidatura valenciana se habría impuesto, además de a Catalunya, a Aragón y a Extremadura, en una carrera desigual y que el gobierno español ha acabado decantando y alejando de Martorell. El president valenciano, Ximo Puig, ha acabado ganando la partida impulsado también por la planta que tiene Ford en Almussafes y recibe con ello un balón de oxígeno de cara a las elecciones autonómicas de mayo de 2022. Además de obtener un premio que no se esperaba, ello irá acompañado de la creación de 3.500 puestos de trabajo directos, muchos de ellos de alta cualificación; y, también, de reforzar al puerto de València en la lógica competencia que mantiene con el de Barcelona, ya que será una de las vías de salida
Uno de los problemas del independentismo catalán es no saber ―o no querer― explicar a la opinión pública catalana lo que supone en el terreno práctico no disponer de un estado propio o pertenecer a uno que esté dispuesto a poner las mínimas trabas posibles a Catalunya ―y de vez en cuando, incluso, que le proporcione alguna ayuda― en sus proyectos de desarrollo económico para poder competir en igualdad de condiciones con sus competidores naturales. Lo mismo sucede con el expolio fiscal, el nefasto sistema de financiación autonómica o los permanentes incumplimientos en materia de infraestructuras que no hacen otra cosa que ahondar en las dificultades. Lejos de todo eso, el gobierno español nos tiene enredados en el debate sobre la transferencia de la estación meteorológica del Turó de l'Home, que, de una manera casi insultante, es considerada histórica por la ministra de turno y, al poco, se sabe que ya había sido anunciada su transferencia por parte del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a la Generalitat en 2009, cuando era president José Montilla.
Aunque el anuncio se hará oficial la semana que viene, todos los medios de información han dado este miércoles la partida por acabada y, consecuentemente, Catalunya se ha quedado con la miel en los labios de un proyecto que habría sido un balón de oxígeno para los 15.000 trabajadores de la Seat, empresa que ya cuenta desde el pasado mes de octubre con el primer centro de desarrollo de baterías eléctricas de España y el cuarto del grupo Volkswagen en el mundo. O sea, las condiciones empresariales y laborales parecían existir, la ubicación para la exportación era óptima pero ello requería un impulso gubernamental por parte del ministerio que no ha acabado llegando o lo ha hecho muy a cuentagotas.
Cabe esperar que el Govern y, al menos, los partidos independentistas en el Congreso exijan cada uno a su nivel las explicaciones correspondientes. Y, también, que, a diferencia de otras veces, se extraiga la lección correspondiente. En política, las zancadillas del adversario no pueden salir gratis. Este mismo miércoles se anunciaba que el Primavera Sound, uno de los festivales emblemáticos de Barcelona y que siempre se ha celebrado en la capital catalana, convocaría en 2023 una edición de dos fines de semana pero partida entre Barcelona y Madrid. Todo ello entre el alborozo del gobierno municipal, que ha señalado que Barcelona seguía exportando por el mundo los festivales que se creaban en ella. Solo soy capaz de pensar que debe ser una salida extemporánea para paliar el fiasco o que el teniente de alcalde que ha realizado las declaraciones nos toma a todos por tontos. Solo hace falta ver la alegría de los responsables de Madrid, empezando por la presidenta Díaz Ayuso, para hacerse una idea de cuál es la situación real.
¿Lo siguiente qué será? ¿Alegrarse porque el congreso mundial de telefonía móvil de Barcelona se reparte entre varias sedes? Seamos un poco más serios, por favor.