Habrá segunda vuelta en Esquerra Republicana. Los militantes del partido, de manera muy amplia, han otorgado a Oriol Junqueras, al frente de Militància Decidim, la primera posición (48,3%) con quince puntos de ventaja respecto a su principal perseguidor, Xavier Godàs (35,3%), de Nova Esquerra Nacional, pero su triunfo ha sido insuficiente para zanjar definitivamente la contienda al quedarse a un 1,7% del 50% necesario para evitar la segunda vuelta. Foc Nou, la candidatura más explícitamente independentista, aglutinada alrededor de Helena Solà y Alfred Bosch, se quedó en un 12,6%, por debajo de las expectativas que había despertado. Un hecho que evidencia la transformación que ha sufrido el partido, más escorado hacia la izquierda que hace una década después de aparcar sus reivindicaciones más estrictamente nacionales.
Junqueras no ha podido zanjar el debate sobre su retorno a la presidencia que, de hecho, era el principal interrogante de la jornada electoral de este sábado, primera del congreso extraordinario. Es posible que las probabilidades analizadas por su equipo fueran otras, pero se ha hecho evidente que, con tres candidaturas, lograr el 50% era muy complicado. Ello no es óbice para poner de relieve que, con todo el aparato del partido en contra, la dirección en contra, el expresident de la Generalitat Pere Aragonès en contra, la gran mayoría de su gobierno en contra y la secretaria general Marta Rovira en contra, Junqueras ha estado a punto de ganar la batalla. De hecho, la dulce derrota de Godàs no figuraba en muchos de los cálculos que se había realizado y ahora dispone de herramientas para plantear la batalla definitiva o buscar una alianza con Junqueras, algo aparentemente muy difícil.
Junqueras no ha podido zanjar el debate sobre su retorno a la presidencia
Una parte importante del resultado que se produzca dentro de quince días en la segunda vuelta va a depender de la candidatura de Foc Nou y de su 12,8% de votos. En las actuales circunstancias, sus votos valen oro y, seguramente, están en condiciones de poner sus condiciones a cualquiera de las dos candidaturas mejor situadas, si pretenden una alianza, la presidencia o la secretaría general. Si se suman los votos, la lista de Junqueras, con Elisenda Alemany para la secretaría general, ha logrado 3.157 votos; mientras las otras dos han sumado 3.132. O sea, una diferencia de tan solo 25 votos. A ello hay que sumar 244 votos en blanco y alrededor de 1.500 votos que no existen, no saben o no contestan. Al menos, este sábado.
Si importante va a ser a partir de las próximas horas cómo se configuran las alianzas —la más difícil parece la de un acuerdo entre Junqueras y Godàs después de todo lo que ha sucedido en los últimos meses— el hecho de que la elección vaya a una segunda vuelta agrava, en función de los pactos, el riesgo de una ruptura de la organización con dos bloques muy cercanos al 50%. Es cierto que en las últimas fechas la agresividad entre junqueristas y roviristas había descendido, pero en el fondo subyace un pulso nada disimulado de los segundos por apartar de los puestos de responsabilidad de la organización a Junqueras, a quien se le concede, exclusivamente, el papel de reina madre y candidato a la Generalitat cuando acabe su inhabilitación.
En buena lógica, Junqueras ha preferido ir a la batalla en un todo o nada. Está cerca del todo... pero en política no se puede cantar victoria hasta el final.