Este domingo se celebran las elecciones de las que saldrá el 42º presidente del Fútbol Club Barcelona. Serán los decimocuartos comicios para la presidencia del club blaugrana desde 1952, cuando se celebraron los primeros pseudodemocráticos, y los octavos mediante sufragio universal. Un total de 110.290 socios estamos convocados a una votación trascendental en la que la entidad se juega su futuro. El Barça nunca hasta la fecha había tenido tantos nubarrones encima y en los que convergen tantas crisis diferentes que no es exagerado decir que en los 121 años de historia del club nunca una directiva saliente lo había dejado tan al borde del abismo.
Estamos asistiendo a un momento crucial del FCB que requiere una rectificación inmediata para evitar la pérdida de los próximos cinco o diez años o quién sabe si incluso algo peor. Durante varios meses, los tres aspirantes Joan Laporta, Víctor Font y Antoni Freixa han explicado sus programas, han expuesto sus propuestas para salir de la crisis económica y han mostrado cuál es su modelo de club. Lo han hecho sin cortapisas de tiempo ya que entre la gestora de la entidad y la Generalitat han llevado las elecciones al mes de marzo, después del aplazamiento inicial del 24 de enero.
Lo sabemos prácticamente todo de los candidatos. Aunque solo votamos los socios, es evidente que la fuerza del Barça desborda ampliamente a los 110.290 socios que pueden ir a votar ya que de alguna manera el club es el principal referente internacional el país. Barça y Catalunya son indisociables y complementarios y es bueno que siga siendo así.
Si en la presentación de avales Joan Laporta ya dio un golpe encima de la mesa llevando más que los otros dos candidatos juntos y eso le confirió el papel de favorito, la campaña no le ha mermado esta condición. Se podría decir incluso que ha reforzado la posición de preferido por los socios por su experiencia, liderazgo, conocimiento del club y soluciones a la crisis económica. Laporta ha crecido al tiempo que Font se ha hecho pequeño entre rectificaciones continuas que cuestionaban la solidez de su proyecto y Freixa realizaba una campaña más que digna, muy centrada en las áreas deportiva y social.
Este domingo, Laporta deberá confirmar las expectativas y, si los socios le dan la confianza, empezar sin dilación la recuperación institucional del club, hoy en la ciénaga tras la desastrosa gestión de Bartomeu que ha sumido a la entidad en una crisis deportiva, institucional y reputacional que tuvo su desenlace en su detención esta semana. Y que más allá del presidente y su junta directiva cuestiona a los que les han aplaudido acríticamente y que, sabiendo todo lo que había, han preferido mirar hacia otro lado, cuando no sacar el mayor beneficio posible.