Prohibida la pancarta que en las últimas semanas ha estado colgada en la fachada del ayuntamiento de Barcelona reclamando Llibertat presos polítics. Prohibidos los lazos amarillos que hipotéticamente pudiera llevar cualquier miembro de las mesas electorales del 21-D por ser considerados simbología partidista. Petición de prohibición de Cs y PP de las luces amarillas en las fuentes porque no respetan la neutralidad electoral. Prohibido denominar en TV3 y Catalunya Ràdio "president" a Carles Puigdemont y sí, en cambio, a todos sus antecesores, como siempre se ha hecho, empezando por el tratamiento vitalicio de president a Josep Tarradellas. Prohibido también denominar en los medios públicos a los miembros del Govern en las cárceles de Estremera o Alcalá Meco "consellers en prisión". ¿No sería más fácil un listado de lo que está permitido que de todo lo que está prohibido?
Seguramente sí, llegado el caso. Pero es obvio que el Estado español ejerce el poder sobre todo a partir de las prohibiciones. Si no, no se entiende esta acumulación de vetos que en ocasiones tienen un punto de esperpénticos. ¡Hombre, el tema de las fuentes suena casi a cachondeo! Dudo mucho que alguien pueda pensar en serio que el mensaje subliminal de las luces amarillas de unas fuentes pueda acabar influyendo en el resultado electoral y condicionándolo. ¿Que es un mensaje de apoyo a los miembros del Govern y a los dos Jordis que están en prisión? Pues claro que sí. Como las manifestaciones que a decenas se producen cada día en municipios catalanes y de las cuales ya no se da cuenta a través de los medios de comunicación por lo reiteradas que son.
Pero todas las pistas dan a entender que el color amarillo va a dar mucho juego en las próximas semanas. Si se adoptan estas medidas por un lazo o unas luces en una fuente, qué no se va a poder hacer con aquellos que lleven una camiseta, una camisa, una americana, una corbata, un fular, una chaqueta, un jersey, unos pantalones o unos pendientes. O un bolso o una cartera de mano. Ya veo a los candidatos unionistas planteando todo tipo de problemas legales por el color que empleen sus adversarios. Lo más curioso del caso es que la doctrina sobre lazos y colores parece que se amolda a gusto del consumidor. En las hemerotecas está que Íñigo Errejón y Alberto Garzón, de Unidos Podemos, llevaron en el debate de candidatos de las elecciones generales de diciembre de 2015, celebrado en TVE, un lazo naranja en defensa de la televisión pública y contra la manipulación informativa. Nadie protestó o a nadie se le hizo caso. Pero claro, los presos políticos, esos que se dicen que no existen como tales aunque diez personas siguen injustamente en prisión preventiva porque la Audiencia Nacional, que no era competente, así lo quiso, hacen más daño. Mucho más daño.