Con una cierta inexperiencia y escasa pericia, el Govern ha estado y no ha estado en la visita de Felipe VI a Barcelona de este miércoles invitado por el Cercle d'Economia. No ha estado ningún miembro del Govern en el besamanos cuando el Rey ha llegado al hotel Vela. Sí estaba en la recepción previa a la cena oficial el president, Pere Aragonès. En cambio, en el banquete, la máxima delegación ha sido para la consellera de Presidència, Laura Vilagrà, aunque también estaba la de Exteriores, Victoria Alsina. No hubo encajada de manos pero sí hay una foto del monarca con las autoridades fruto de un movimiento táctico quizás nada improvisado cuando el propio Felipe VI dijo, como el que no quiere la cosa: ¿nos hacemos una foto? Y la instantánea de todos posando se materializó con normalidad.
Durante las últimas 24 horas, si iba alguien o no del Govern a la recepción del Cercle con el Rey ha sido una cuestión envuelta en un cierto halo misterioso. Como el martes estuvo rodeada de incógnitas la presencia del Ejecutivo catalán en la cena. No hay una única manera de expresar la repulsa a Felipe VI y recordarle que la represión policial, judicial y económica del independentismo catalán tiene mucho que ver con su discurso del 3 de octubre de 2017, que dio pie a que el Estado español actuara desmesuradamente contra los representantes pacíficos de una determinada ideología política.
En este caso que nos ocupa de la jornada del Cercle hay, al menos, una razón, en mi opinión, que es de peso a la hora de estar presente, sin complejo alguno y no a escondidas en el acto. Y tiene que ver con el hecho de que el verdadero invitado era el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, acompañado de una delegación empresarial importante. A él se le quería agasajar y que volviera a su país satisfecho igual que los ejecutivos de multinacionales tan importantes como LG que le acompañan. Estar no es rendir pleitesía si no quieres: al revés, es una oportunidad de explicarle que en Catalunya hay presos políticos y que el gobierno se tuvo que exiliar, empezando por su presidente. Si no se hace es porque no se quiere, no porque no se pueda. La oportunidad de dirigirse directamente a un jefe de Estado no está fácilmente al alcance del Govern y hay legislaturas que por Barcelona no pasa ninguno. A veces, se defienden mejor los intereses estando que no estando. Es un tema de voluntad y de actitud. Otra cosa es cumplimentar con la habitual pleitesía a los Borbones, a la que si quieres puedes negarte y que es, en cualquier caso, otro tipo de decisión.
La improvisada manera como se ha resuelto todo estas últimas horas plantea una segunda cuestión: ¿cuál va a ser la actitud del Govern a partir de ahora en los actos en los que esté presente el Rey en Catalunya? Habrá que adoptar una estrategia y decidir si es mejor una retirada del Govern de Catalunya, una presencia activa, distante, si la ocasión lo merece, como es el caso de un jefe de estado como el de Corea del Sur, o una combinación de ambas. Sabiendo, claro está, que, en cenas como la de este miércoles LG no decidirá si ubica su planta de baterías eléctricas en la fábrica que ha dejado NIssan. Pero cuando hay inversiones económicas por en medio, si tu no defiendes lo tuyo otro si acabará defendiendo lo suyo.